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—¿Que quieres que le diga?

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—¿Que quieres que le diga?

—La verdad, la verdad de todo Aonung, dile que si ella no lo hace estamos perdidos, no solo ella, sino todo el pueblo —Rotxo daba vueltas, acomodaba todo lo que veía por los nervios.

Aun había ciertos estragos de la tormenta en la ceremonia, encontraron unos cuantos arboles caídos con más edad de la que se podría imaginar Aonung, Ronal no paraba de hablar sobre el mal augurio que era, que Eywa lo estaba castigando por impuro, por haber recibido un hijo que no es suyo y no haber respetado a su esposa.

Aonung tenía una montaña de papeles en su escritorio, los suficientes como para dejar de pensar en su vida, se agarraba la cabeza, realmente debía tener un heredero, realmente un heredero suyo, porque si no podía mantener un casamiento, mucho menos podría mantener un pueblo a ojos de otros líderes.

—Me alegro por ustedes, por fin se llevan bien —admitió, dio un suspiro para luego verlo a los ojos, no estaba nervioso para nada, estaba calmado, pero asustado de lo que podría pasar—, pero no puedes hacer esto en este día cuando todos los clanes de este arrecife te están observando y saben de tu matrimonio desastroso, no te ven fuerte ni responsable Aonung.

Él Olo'eyktan tenía miedo de lo que podría pasar, aunque él ya tenía una idea mínima, debía mejorar su relación con Sahira, debía dar un heredero.

>>Tú sabes bien que es lo que pasa con un olo'eyktan débil, vamos a morir todos si tú no vas y haces tratos con ellos y dejas de ser tan idiota por una vez, los dos sabemos que fue un mal augurio —refiriéndose a la lluvia en la ceremonia— y ni siquiera llevas dos años como líder, todos te están viendo como un idiota y tú padre ya no es el mismo de siempre, lo sabes, somos el centro de todo —sentencio—, debes ir y demostrar que mínimamente puedes llevar un matrimonio feliz con un heredero o todo se acaba para todos.

Hace unos años él escuchó de una tribu completamente aniquilada, su padre estaba en contra de esto, pero aun así se llevó a cabo, fue mucho antes que Sahira apareciera en su vida. Mientras tanto Rotxo trataba de hablar tranquilo, sin gritar, aunque estaban alejados de todos, así que daba un poco igual que grite o no grite.

—Está bien, lo hago —cedió—, pero dime como demonios le digo que van a venir y nosotros tenemos que estar super felices y de paso también debemos tener sexo para que a mí me dejen de molestar... —dio un suspiro más fuerte, estaba a nada de pararse junto a Rotxo para caminar en círculos—, ¡Le va a encantar la idea! —sentenció con sarcasmo.

Era un rotundo no, era imposible que ella acepte, sin embargo, una idea salió a flote sorprendentemente.

El realmente se quería morir, le habría llegado un aviso personal que vendrían, al menos los más importantes, exceptuando la familia de Sahira, ya que estos no eran importantes, tal vez fue una mala elección de esposa hablando diplomáticamente.

Pero él no se arrepentía verdaderamente de su esposa, tenía momentos malos, al igual que buenos, últimamente no estaba de mal humor e inclusive mandaba a Bakhit con comida para que cenen ellos dos juntos, aunque ella seguía sin acercarse verdaderamente.

𝐎𝐧𝐞 𝐋𝐚𝐬𝐭 𝐓𝐢𝐦𝐞 | 𝐀𝐎𝐍𝐔𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora