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—Te amo —habló.
Pero antes de esto debemos irnos más antes, para que puedas entender como llegaron a ese punto.
Aonung poco a poco dejo de buscar a Le'k, tal vez con rechazó, el simplemente se imagino que su mejor amiga estaba muerta, que habría sido asesinada, se convenció tanto que al final ella no existía, al menos por un tiempo.
—¿Piensas que esto le gustaría? —pregunto Aonung a su viejo amigo, consejero personal de este.
—Tal vez —admitió —¿Dónde lo encontraste? —Neteyam pregunto, se encontraban sentados en la orilla de la playa.
Ellos dos se habrían vuelto cercanos, ya que era el azul que tenía ideas más razonables en mujeres.
Lo que Aonung le habría mostrado era un brazalete, que el mando a hacer a medida para su esposa, era decorado por algas trenzadas y caracolas, era de piel de un Akula.
Pero lo que lo caracterizaba de los demás era en específico una gema, una gema color rojizo en el centro del brazalete.
—Bueno, lo encontré tratando de regalarle algo a Le'k, pero los dos sabemos que paso, hace varios meses —habló —. Pero me parece lindo regalarle algo a Sahira, en una semana cumplimos tres meses de casados.
A Neteyam le pareció curioso que su amigo, el cual rechazaba la idea de enamorarse de alguien más.
—¿Te gusta Sahira? —preguntó Neteyam, Aonung abrió los ojos en grande.
—¿Qué? —contesto Aonung desconcertado – no, no ¿Cómo podría gustarme? Es una amiga.
Eso decía el sobre su esposa, pero tarde o temprano el realmente se hubiera sentido atraído a ella.
Aonung recordó la fecha, ya que su esposa la recordaba seguido, que ya hace tres meses ella no ve a su familia.
—¿Por qué no puedes ver a tu familia? —preguntó Aonung hacia su mujer, la cual simplemente suspiro ante su falta de conocimiento.
—Padre me dijo que no podría ir a verlos, solo puedo ir a verlos cuando cumpla mi misión como mujer.
Aonung simplemente levanto las cejas sorprendido, era clara la misión de una mujer, sin embargo, ella no habría sido traída exactamente para ese propósito, al contrario, fue traída para que Aonung se case con alguien más a petición de Le'k.
—¿Y tú no puedes ir a ese lugar por ti misma? —Aonung exclamó, Sahira volteo a mirarlo.
—Seria vista como una vergüenza Aonung, ni en mis sueños podría hacer eso.
—Para mi no eres una verguenza Sahira —habló.
Ella se puso nerviosa, juraba haberse puesto demasiado roja, él le dio una sonrisa de lado claramente seductora ¿Por qué debía ser tan coqueto?
