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—Supongo que podríamos intentarlo ¿No?

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—Supongo que podríamos intentarlo ¿No?

Él se quedó callado, ella fue quien habló de realmente intentar que funcione todo, los dos sabían que su corazón le pertenecía a alguien más.

—Supongo, no lo sé.

Hablaron por varios minutos evitando la incomodes que había entre los dos, ella se acomodó para dormir mientras él se levantaba.

Al levantarse él se despidió con un beso en la cien hacia ella, Sahira se despertó a las horas sin nadie al lado de ella, no se sorprendió. Incluso con Neteyam era normal despertarse sin él a su lado.

Ella tenía que entender que la habían dejado de amar...

Se quedó en la cama, viendo a un punto fijo, no supo que hacer, ya había observado más de lo debido todo el lugar, los animales no eran extravagantes, no le llamaban demasiado la atención. Se quedó acostada mientras recordaba los momentos lindos que había pasado con él hace años, cerró los ojos enfocándose en esos momentos.

—¿Qué piensas? —él le pregunto a Sahira.

—Que realmente extraño a mi familia —habló, él asintió. Era una de sus pocas compañías aparte de Kiri y Bakhit.

Neteyam era un buen na'vi, mucho más de lo que le gustaría a Sahira, muchísimo más. Aunque a veces era egoísta y tal vez era un poco mentiroso, pero nada que Aonung no lo fuera, nada que ella no esté acostumbrada.

Yo soy tu familia Sahira, no necesitas más que eso ¿No?

Lo dijo con esas cálidas sonrisas que siempre le daba a Sahira, aunque fue una de sus últimas charlas antes de que Neteyam simplemente decidiera irse de su lado.

¿Quién diría que estaba enamorado de otra para ese entonces? Nadie, ni él mismo se lo creía. Ella abrió los ojos para volver a la misma situación que antes.

No estaba llorando, estaba decepcionada.

No lo podía perdonar ni mucho menos quería hacerlo. A las horas llegó Aonung con una porción de comida, no dijo nada ni hizo ningún gesto. Se acercó a ella dándole la comida, sentándose al lado de ella, pestañeo varias veces para saber si no estaba equivocado, para asegurarse de que ella estaba ahí.

Sahira estaba apoyada contra los cojines, con la mirada fija en Aonung mientras él se acercaba con un cuenco de madera entre sus manos.

Se veía perdida, mirando a un punto fijo, con el cabello completamente enredado, los ojos cristalinos levemente rojos, con la cara un poco hinchada y los labios agrietados. Ni siquiera se había ido días, tan solo fueron unas horas de eso. No se quería ni imaginar cómo se veía cuando él se equivocó.

Con su engaño.

El cuenco contenía una mezcla de mariscos frescos, cocinados al estilo tradicional con hojas de Pandora que les daban un sabor ahumado y especiado. Había trozos de pescado suave, camarones y pequeños moluscos, todo sazonado con hierbas aromáticas recogidas del bosque cercano. El aroma era delicioso, y Sahira no pudo evitar sentir su estómago rugir en anticipación.

𝐎𝐧𝐞 𝐋𝐚𝐬𝐭 𝐓𝐢𝐦𝐞 | 𝐀𝐎𝐍𝐔𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora