Capítulo 9

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Cerramos la tienda y salimos en dirección a la casa, Minha de la mano de Teddy y yo detrás, mientras Hyukjae ponía el seguro a la puerta y activaba la alarma.

Dejé que ellos se alejaran y le esperé. Cuando acabó, pasó a mi lado sin apenas una mirada y se unió a su hermano para hacer reír a su prima.

Me sentí un poco ignorado, pero estaba en territorio extranjero y era una ocasión familiar. Yo era un intruso. Entramos en la casa y me alegré de ver a Choco renqueando a mi lado.

Me agaché para tomarla en mis brazos y mimarla a gusto, recordando la vez en que mi gato había dormitado en los brazos de Teddy, a pesar de que siempre huía de los míos.

-Definitivamente tú eres mejor- le aseguré, rascando su cabeza con ganas.

La mesa ya estaba puesta y las guirnaldas colocadas en el muro. La tía Soohe estaba haciendo sitio en el centro, para lo que supuse era la tarta.

-Ve por tu tío- le dijo a Hyukjae y éste desapareció por la escalera. En cuanto se fue, ella le hizo un signo cómplice a su hija y Teddy, quienes se pusieron en acción.

Yo dejé a Choco en el suelo y limpiándome disimuladamente las manos en los pantalones, me acerqué a ayudar.

Pusimos los regalos en la mesa del café, y velas en la gran tarta de chocolate y nueces que ella trajo de la cocina. Minha y yo las encendimos, y poco después, el crujido en las escaleras nos dijo que el tío Dong Wan y Hyukjae se acercaban.

Cuando entraron, vi el claro parecido del tío con los chicos, aunque su pelo estaba sembrado de canas y sus ojos estaban velados de sombras, pero su gesto y su sonrisa eran los mismos.

Me alegró poder conocerle, pero sentí tristeza por su estado. Se veía débil y caminaba lentamente, apoyado en su sobrino. Era tan injusto que alguien bondadoso como él, que parecía ser tan importante para ellos, fuera a marcharse en breve.

Mi madre también era una buena persona, con los defectos normales de todo ser humano, pero había tenido que dejarme.

Volví a sentir rabia por la crueldad injusta y fría de la muerte. Sin embargo, ver la alegría en esa familia reunida, su mutuo y evidente afecto, cantar junto a ellos el cumpleaños feliz y ver la ilusión infantil en los ojos de Hyukjae al soplar las velas, me hizo olvidar todo recuerdo pasado y doloroso, concentrándome en disfrutar de nuevo del calor familiar, aún cuando fuese prestado.

Casi me sentí parte de ellos, al sentarme a la mesa para disfrutar del pastel y las risas, las sonrisas cuando fueron abiertos los regalos, los agradecimientos, los besos y abrazos.

Sentí que era yo quien debía estar agradecido, pues había recibido un dulce y cálido regalo esa tarde. Los juegos de mesa les encantaron y estuvimos un rato jugando con ellos.

La mirada de Hyukjae alegró mi día, ya que en ella volvía a ver amistad y me sentí por fin completo. Teddy era muy malo recordando reglas y con frecuencia había que repetírselas mientras jugábamos, pero era divertido y sentí que nunca me había reído tanto.

El tío Dong Wan pronto volvió a su habitación ayudado por su esposa, y aunque su partida se hizo notoria en el ambiente del salón, los chicos hicieron su mejor esfuerzo por no perder la sonrisa y dejar que su prima se entristeciera.

Su tío me había dedicado unas pocas y amables palabras, que me hicieron sentir bienvenido. Eran suficientes para mí, que había estado tanto tiempo solo.

Cuando su tía bajó, me acerqué a la cocina para ayudarla. Ella dejó que la ayudara en un silencio cargado de afecto, quizás intuyendo mi nostalgia, pues me recordaba mucho a mi madre, viéndola moverse con su delantal de un lado al otro, tan dueña de su cocina.

Háblame De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora