I: Dolor de cabeza

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El hermano de Jisung le había propuesto matrimonio a su novia en verano, durante esas memorables vacaciones en la playa. Fueron a comer a un restaurante caro junto a toda la familia, y él se arrodilló en el momento más indicado. Estaba tan seguro de que ella le daría un "sí quiero" por respuesta, que se tomó la libertad de hacerlo en presencia de todos los comensales.

Jisung estaba en la mesa en ese momento intentando limpiar el desastre que había dejado que, para su propia suerte, nadie notó por prestarle atención a la propuesta de matrimonio. Había volcado sin querer su copa manchando parte del costoso mantel blanco, pero si ponía cautelosamente una servilleta sobre la mancha nadie se daría cuenta.

Fue en ese suceso tan desafortunado que no sólo tuvo que ingeniárselas para tapar una mancha, sino que también entendió que debía comenzar a buscar una pareja si es que no quería pagarle tanto dinero a su hermano. ¿Acaso él recordaría eso?

Oh, claro que lo recordaba. El hijo mayor de los Han se sentó junto a su hermano menor luego de esa cena, y le habló con intenciones claramente maliciosas:

—¿Recuerdas la apuesta, verdad?

Jisung sólo sonrió forzosamente y se dignó a afirmar.

—Sí.

—Me casaré el próximo año. Aún tienes tiempo. No te desanimes. —dijo revolviendole el cabello que en aquel entonces era de una tonalidad rubia—. No eliminaré la apuesta si fallas. No me vendría mal algo de dinero para mi futuro hogar.

Jisung había crecido rodeado de dinero, pero no estaba en las condiciones para pagarle a su hermano si perdía. No había pasado tanto tiempo desde que se había mudado a su propio departamento, y ahora tenía deudas que pagar.

Si tenía suerte, conseguir una pareja le saldría gratis. No lucía como algo imposible. En el peor de los casos podría conseguir a alguien que actuase como su pareja por una cantidad de dinero muchísimo menor a la que sería condenado de no lograrlo. Lo único que tenía que hacer era pensar estratégicamente.

Para su propia desgracia ya habían pasado meses. Jisung sentía que esa propuesta de matrimonio apenas había sido ayer, y pensaba en esto mientras estaba solo en su cuarto, mirando perdidamente hacia el techo oyendo la tormenta que se desataba allá afuera.

Sólo faltaba un mes y medio para que esa boda se llevase a cabo.

—Argh —gruñó tan enfadado como desesperanzado.

¿Acaso alguien de su índole tenía chance de hallar pareja en menos de dos meses cuando no lo había logrado en años?

Probablemente era tiempo de comenzar a rendirse, y de tener que pedir un favor enorme recompesado con algo de dinero. Conseguiría a alguna chica, fingirían ser pareja y luego fingirían romper una vez la boda hubiese terminado.

¿Por qué tuvo que aceptar esa jodida apuesta a sus torpes 15 años? No creía a su hermano capaz de casarse así que aceptó sólo para ponerlo a prueba, pero era tan ingenuo que juró que esas palabras serían olvidadas en algún punto de sus vidas. Eso jamás pasó. Su hermano resultó ser alguien con excelente memoria. ¿Cómo no iba a serlo si era el mejor estudiante de leyes?

Lo subestimó, sin embargo no podía rendirse. Fue así que a la mañana siguiente comenzó su primer movimiento.

Jisung solía desayunar todos los días en la misma cafetería, porque sólo quedaba a dos cuadras desde donde trabajaba y porque conocía bien cada tipo de café, infusión, y plato. Ir a desayunar a un lugar diferente implicaba probar suerte con algo que podría no gustarle.

Invitó gentilmente a Chaeryeong, una joven cercana a su edad que conoció en la universidad. No eran amigos, sin embargo no iba a perder nada si intentaba pedirle ayuda.

Perfect Actors - minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora