Mark Lee.
Me llamo Mark Lee.
Hola, mi nombre es Mark Lee.
Hola, soy Mark Lee y...
— Dios — suspira Mark, casi arrugando el papel en su puño por la frustración. En el último segundo, se detiene y lo dobla con cuidado; las líneas familiares se arrugan donde ha doblado y desdoblado la nota varias veces. La tienda está al otro lado de la calle, como siempre, con una puerta turquesa y bordes azul oscuro que destacan entre las tiendas de ambos lados.
Antes, Mark no habría dudado en cruzar la calle, abrir de un tirón la puerta y sonreír a la persona que estaba detrás del mostrador; no habría dudado en sentarse y permanecer allí al menos tres horas hasta que Doyoung llamara para asegurarse de que estaba a salvo.
Ahora, sin embargo, Mark se para, con la punta del pie en el borde de la acera, inclinado hacia abajo, el borde del Titanic antes de que se rompiera la proa.
El semáforo del paso de peatones de enfrente se pone en verde, un señor bajito se ilumina a media zancada y una aglomeración de gente pasa a su lado. Los números cuentan hacia atrás, 5... 4... 3...
2...
1...
La luz se vuelve roja de nuevo, parpadea en su lugar. Mark se queda parado. Congelado al otro lado de la calle.
Parece que sus pies no se mueven.
Se mira los zapatos. Las converse amarillas ya están grises, los cordones se están pelando. Los acetatos están rotos.
Mark sonríe un poco. No conocía esa palabra hasta...
La sonrisa se le borra bruscamente de la cara.
De nuevo, el semáforo del paso de peatones se pone en verde y vuelve a pasar gente. Alguien le da un fuerte codazo, pero Mark apenas se inmuta por el golpe. Los deja pasar sin hacer ningún comentario y se queda mirando sus zapatillas estropeadas.
Luego vuelve a desplegar el papel.
Hola.
Hola, me llamo Mark Lee.
Algo en las palabras, en la tinta que se desvanece contra las líneas azules del papel, en los trazos de araña de la letra de Mark, le da fuerzas.
El papel se vuelve a doblar y Mark cruza la calle antes de pensárselo dos veces, esquivando taxis y a un ciclista despistado. No levanta la vista hasta que está justo delante de la puerta y su mano rodea el picaporte, abriéndola de un tirón por instinto.
Lo primero que percibe es el olor. El olor dulzón y ligeramente rancio de demasiadas donas, seguido del hedor acre del café quemado. Un ventilador gira lentamente a pesar de que afuera hace 20 grados. Hay dos personas en la tienda.
Donghyuck levanta la vista y lo mira directamente.
A Mark se le para el corazón.
Donghyuck inclina la cabeza y sonríe, dulce y radiante, y Mark se queda helado, con el corazón empezando a latirle tan fuerte en el pecho que puede sentir el eco del tamborileo en las yemas de los dedos.
Quizá no había funcionado. Quizá Yuta lo había hecho mal. Tal vez...
Entonces percibe el tintineo de la campana sobre la puerta al cerrarse de nuevo tras él, dejando que una ráfaga de viento helado entre en la cafetería, colándose por las rendijas de su ropa, y Jeno pasa de largo. No mira a Mark.
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pájaro sin vuelo II markhyuck II
FanfictionHola. Me llamo Mark Lee y sé que no lo recordarás, pero te conozco desde que teníamos catorce años. Te amo. ~ traducción ~ au Marvel ~ todos los créditos a thereisnoreality en ao3 ~ link: https://archiveofourown.org/works/39928128