Capítulo 19

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El clan Olímpico era conocido por ser numeroso y poderoso. La mayoría de los vampiros y aquelarres existentes les conocían, pues eran escasos los clanes que podían tener a tantos integrantes y mantenerse unidos. Los Vulturi eran el clan más temido, sin embargo, había otros cuantos que se colocaban por debajo de ellos, ocupando un espacio en la élite vampírica. El clan Olímpico y el Denali, estaban entre ellos. El resto, solían ser pequeños clanes que, si bien en ocasiones podían llegar a ser numerosos, no tenían oportunidad de representar algún tipo de riesgo o de inspirar respeto, pues tan rápido como se habían unido se separaban, e incluso podían llegar a terminar los unos con los otros. En cambio, la dieta "vegetariana" que llevaban los dos clanes de ojos dorados, les volvía menos agresivos, permitiéndoles crear lazos tan fuertes como los de una familia. El clan Olímpico hacía constancia de ello al preferir ser llamados: Los Cullen. Adoptando un apellido, y estrechando de este modo sus relaciones a ojos de otros.

Los Cullen sabían que tenían enemigos, tanto de forma individual como en grupo. Sin embargo, no les temían, pues la fuerza de los siete vampiros unidos era suficiente para repeler la mayoría de las amenazas. No importaba si habían problemas, los Cullen los enfrentarían juntos. Eran ellos contra el mundo, o por lo menos, así se suponía que debían ser las cosas. Sin embargo, hoy, los cimientos que sostenían a esa familia, se habían roto.

Jasper había traicionado la confianza de quienes le habían cobijado y vuelto parte de su familia. Los veía ahí, enfrente suyo, impactados ante la confesión que había hecho. La decepción que acababa de provocar en cada uno de ellos le dolía. Décadas atrás, él se había prometido no apegarse mucho al clan, consciente de que en algún momento tendría que darles la espalda, y ahora se daba cuenta de que había fallado. Les tenía aprecio. Recordó a William (el vampiro al mando de María, cuya vida había arrebatado hacía pocas semanas), él había usado a Peter y a Charlotte, y Jasper había usado a Los Cullen. Sin embargo, tanto a William como a él, les había sido imposible resistirse a la calidez y seguridad de un clan. Más importante aún era que William, a pesar del cariño que le tenía a sus amigos, no consideró retractarse de sus planes, y Jasper tampoco lo haría.

Quizá le habría resultado más sencillo todo esto si no tuviera el don que tenía, si las emociones de Los Cullen fuesen ira o rabia en lugar de dolor y desesperanza. Esme, que le quería como a un hijo, parecía renuente a juzgarlo a pesar del modo en que su corazón temblaba de tristeza. Emmett sentía la traición quemarle la piel, y fiel a su instinto protector, acababa de tomar una postura defensiva, en la que Jasper se había vuelto, muy a su pesar, alguien de quien debía desconfiar. Carlisle y Rose, eran quienes más serenos se mantenían, se sentían traicionados, pero sobre todo, sorprendidos, ¿Jasper estaba dándoles la espalda? El militar, en numerosas ocasiones, había matado a otros con tal de proteger al clan, los había hecho creer que eran todo lo que él tenía, ¿qué había cambiado? ¿O es que acaso nunca los apreció de verdad?
Las emociones de todos ellos eran difíciles de soportar para Jasper, pero no se comparaban en lo absoluto con las de Edward y Alice, ya que antes de todo esto los tres eran increíblemente unidos. Ninguno tenía pareja, y durante los últimos treinta años habían sido mejores amigos, hermanos y confidentes. Lo que Jasper había hecho, les acababa de provocar una herida profunda e irreversible.

—Debí haberlo visto —dijo Alice. La vampira tenía una expresión de aflicción—. Ahora todo tiene sentido —retrocedió.

Los reclamos no se hicieron esperar. Alice desbordaba un mar de emociones, que se contrariaban entre sí. Estaban el odio, el dolor, el resentimiento, la tristeza, la incertidumbre y en el fondo, sujetándose con sus últimas fuerzas, estaba un atisbo de cariño. Alice deseaba darle a Jasper la oportunidad de explicarse, necesitaba comprender por qué su hermano le había hecho algo como eso. A pesar de todo, seguía pensando que alguna razón debía tener para hacer lo que hizo. No iba a perdonarlo, eso era seguro, no ahora, no en las siguientes décadas, quizá nunca. Pero aún con ello, quería escucharlo, quería saber hasta qué punto el hombre la había traicionado.

¡Estoy dentro! | Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora