Capítulo 13

2.2K 143 86
                                    

Agosto, 2005, México.

—¿Le gusta? —preguntó la joven.

—Por supuesto —dijo el médico mientras observaba el libro. Era hermoso, lo sintió digno de ser de su propiedad. Lucía lujoso e importante, como si en aquellas hojas se encontrara escrita una de las mejores novelas de la historia—. ¿De qué trata?

—De una adolescente que llega a un pueblo y se enamora de un vampiro —dijo la chica. Grant tuvo que contener un gesto de desagrado, de pronto el libro ya no le parecía importante en lo absoluto—. Viene con esto —tendió un collar en su dirección, el hombre lo tomó con delicadeza. Contrario al libro, el accesorio sí le había gustado. Miró a su paciente, ella le hacía estos regalos como un gesto de agradecimiento, pues de no haber sido por Grant, ahora mismo estaría muerta.

—Lo leeré en cuanto pueda.

—¿Seguro?

—Por supuesto —se inclinó y le sonrió—, es más, lo colocaré en mi biblioteca personal, junto a mis libros más preciados.

Septiembre, 2005, México.

—¿Por qué tienes este libro en el suelo? —preguntó Ana.

Grant levantó la mirada, le tomó un par de segundos reconocer el ejemplar.

—Ah, con que ahí estaba —volvió a centrar su atención en los documentos que durante toda la tarde había estado revisando—. Me lo regaló una paciente, la misma que me dió el collar —Ana observó por un instante el accesorio que reposaba en el cuello de su padre.

—No es propio de ti tratar así lo que te regalan —dijo. Sacudió el polvo que envolvía al libro, no entendía por qué lo había tratado con tanto descuido.

—Es para niños —respondió él—. Quería leerlo, pero mira —señaló la pila de papeles y escritos encima de su escritorio—, nunca encontré el momento. Eh, no pongas esa cara, no fue intencional.

—Tu paciente estaría muy triste si viera las condiciones en que lo tienes —le molestó en un tono suave. Grant negó.

—No puedes culparme —dijo él—. Es sobre un romance adolescente entre una humana y un vampiro, ¿crees que yo leería eso? —Ana se echó a reír. Por supuesto que su padre jamás leería algo como eso.

—Entonces préstamelo —dijo ella—. Yo lo leeré en mis ratos libres —se acercó y depositó el ejemplar en el borde del escritorio.

Estaba anocheciendo y ese día Ana tenía guardía, por ello le pidió a Grant que mantuviera el libro ahí durante las siguientes horas. Cuando su turno terminara volvería por él y se lo llevaría a casa, sentía curiosidad, pues había escuchado hablar de aquella novela juvenil en algunas ocasiones y ella no tenía problema alguno en dedicar su tiempo libre a literatura "basura", como lo llamaba su padre.

—Te quiero, nos vemos más tarde —dijo ella. Un toque en la puerta le hizo apresurarse, cuando abrió se encontró con su compañero, el joven doctor Martinez. Ana le miró a los ojos y ambos bajaron el rostro con timidez—. Adiós —le dijo a su padre por última vez antes de salir.

Grant pretendió no haber visto la escena, después de todo se trataba de su propia hija y no quería hacerle sentir que invadía su privacidad. Por ello, cuando el chico ingresó, Grant no mostró reacción alguna.

—Doctor, ¿puedo hablar con usted?

—Adelante —dijo. Mantuvo la vista en los papeles, en parte tratando de olvidar que este chico y su hija parecían tener algún tipo de conexión, y en parte tratando de entender el informe tan confuso que su nueva secretaría le había entregado. Sin duda alguna debía considerar reemplazarla.

¡Estoy dentro! | Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora