Cuando pedí mis deseos... Nunca pensé que esto pasaría...
Pensaba que con mi poder no habría nada que se pudiese interponer en mi camino, que sería invencible. Solo buscaba diversión. Aventura. Y un escape de la cruel realidad sobre haber muerto...
Podemos ver un lugar que a primera vista es bastante tranquilo. Era un bosque de grandes arboles llenos de hojas verdes, color que se veía tapado por la blanca nieve que había caído sobre ellos cómo una fina capa de azúcar sobre un pastel. Un ave de plumaje azul llego a un nido formado de paja y ramas, coloco más del mismo material para terminar su trabajo, y cuando se sintió satisfecho por el resultado final, se acurruco de forma suave en su hogar para dormir un rato. Pero un fuerte sonido lo despertó. Era el sonido de un arma siendo disparada. Y acompañado del pequeño estruendo, un tenue humo salía de un Revólver largo de color negro con pequeños arreglos dorados y un mango de agarre café. EL arma era empuñada por una figura encapuchada, de la cual lo único que se podía ver eran sus botas de cuero negro y parte de un jin gris rasgado que se sujetaba a su cintura por un cinturón que parecía estar hecho de pelaje de lobo. La persona acerco el arma a su boca y de un soplido hizo que el humo se fuera del arma mientras caminaba hacía el objetivo al que le había disparado.
─ Bien... Creo que atravesó el cuerpo por completo.
Dijo la figura encapuchada con una voz que desvelaba que era una mujer. La mujer se detuvo a pocos centímetros de una creatura que era similar a un lobo, pero los detalles más destacables de el delataban que era un ser de naturaleza monstruosa. Antes de caer al piso estaba encorvado a dos patas cómo un ente humanoide, su pelaje era completamente negro, con algunas partes y garabatos rojos, y estaba recubierto por una armadura de huesos en ciertas partes clave de su cuerpo, cómo sus garras, cabeza, y columna.
A los pocos segundos de que el monstruo que era de una especie conocida cómo Beowolf muriese a manos de la mujer misteriosa, una manada de bestias cómo el se acercarían al lugar, rodeando a la mujer y estando listos para atacarla.
Pero la chica no se inmuto. Metió la mano dentro de su gabardina, y a los pocos segundos saco un segundo Revólver igual que el primero. Puso una amplia sonrisa en su cara. Y sin darles tiempo a actuar, dio un giro rápido mientras que a todos les propinaba disparos con balas envueltas en fuego.
─ ¡Vengan a jugar perritos!.
Grito desafiante la mujer antes de correr hacía un grupo de cinco Beowolfs que tras los disparos se abalanzaron sobre la mujer listos para desmembrarla con sus garras. La chica corría a toda velocidad hacía ellos, y en un momento hizo chocar las bases de sus armas, haciendo que los Revólvers se pusieran rectos y de un compartimiento secreto que ambos tenían, saco dos filos metálicos bastante delgados, pero que se notaban que estaban muy afilados. Con su arma en su nueva modalidad, la chica apuñalo a dos en el pecho abriéndolos en canal, con una de sus armar bloqueo la garra de un Beowolf y con la otra le apuñalo la cabeza para después lanzar su cadáver contra uno de sus compañeros, y al ultimo lo dejo intentar darle algunos cortes simplemente para que en el momento donde intento darle a su cabeza, la chica bajase rápido su cuerpo al piso, siendo lo único dañado su capucha, y le dio dos estoques en el vientre antes de levantarse y mandar al Beowolf a volar de una patada.
La chica miro detrás de ella, y así se pudo ver mejor su apariencia. Era una chica que aparentemente tenía unos veinticinco años, de piel clara, y pelo negro, con unos ojos anaranjados que brillaban en esa noche de inverno. Pero había un detalle muy particular en ella, y es que en su cabeza tenía dos orejas de lobo las cuales se movieron de forma animada
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