Emma Torres una actriz mexicana que se ha formado su propio camino en Hollywood tiene serios problemas amorosos debido a malos entendidos en su relación con Chris Evans.
Causados principalmente por su amistad con el también actor Stephen Amell.
Deb...
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Emma Torres
La vida se me iba entre las manos y no puedo hacer nada para detenerla.
El llanto de mis padres me hace desesperar, sé que están sufriendo, que les aterra pensar en que moriré.
Las suplicas de que sea "fuerte" quedan en el aire, me duele verlos así, no hay cosa más horrible que ver a un padre despedirse de su hija, aquella que tuvo entre sus brazos cuando nació, aquella que le pedía mirar debajo de la cama y confirmarle que no había ningún mostro. Aquella pequeña que se convirtió su todo.
Porque cuantos padres no han memorizado los momentos más hermosos al lado de un hijo. Y el que ahora su vida dependa de unas máquinas para mantenerla respirando no es algo fácil de aceptar. Y mucho menos es algo que quisieran recordar para siempre.
—Se fuerte —me pedía mi padre—. Aun hay muchos sueños por cumplir.
"Sueños" claro, claro que tengo muchos que aún me faltan por alcanzar, pero, creo que, por ahora el agotamiento de mi alma es más fuerte.
Sé que la gente ve que tengo una carrera con un gran futuro pero, la realidad es otra, los castings a los que he asistido en los últimos meses me han dejado ver que para algunos productores solo soy la novia de Chris Evans. No ven más allá de quien fuera mi pareja.
No ven o no quieren ver mi talento.
*~*
Las horas pasan y mis padres salen de la habitación como si estuvieran en su casa.
La trabajadora social del hospital se los ha permitido pues entre susurros con sus compañeros de trabajo, ha dicho que en cualquier momento tal vez sea el último que podrán volver a verme.
Aquello me hace enojar pues ¿Quién se cree ella para decir eso?
Me paseo como un león enjaulado por todo el pasillo cuando algo llama mi atención, él está aquí, avanza rápido hasta que llega a mi cama, su semblante es tal cual lo esperaba, tiene los ojos rojos, su piel es más blanca de lo que la recordaba. Al acercarme puedo ver que sus ojos están llenos de lágrimas y me parte el corazón saber que él intenta ser fuerte ante la mirada del personal del hospital.
Sus pasos son lentos, pareciera que los arrastra como aparentando estar en entre arenas movedizas, arenas de las que sabe que no saldrá a menos que alguien le tienda la mano, y esta vez, no poder ser yo quien lo ayude a salir.
—Stephen —dije pero él no me escucha.
Sus ojos se cierran y de ellos caen las lágrimas que estaba conteniendo. Tomo mi mano como para saber que no está en una pesadilla. Lo conozco lo suficiente como para saber su comportamiento físico. Tiene las espalda recta, los músculos de sus brazos están tensos, y su mandíbula por igual. Sé que quisiera hasta cierto punto ser él quien estuviera en aquella cama de hospital.
