La última llamada

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Abrí los ojos y lo primero que vi fue la pared, saqué mi celular que estaba debajo de la almohada y lo encendí para ver la hora, eran las 12:16 de la tarde... mmm no estaba nada mal. Aún no quería levantarme ya que estaba de vacaciones pero tenía que hacerlo; me paré descalza y fui al baño a lavarme los dientes, después baje a ver si había algo de comer y al parecer ella aún no había regresado. Busqué comida en el refrigerador pero estaba vacío y solo encontré varias manzanas que estaban en la barra junto a la estufa, tomé una y subí a cambiarme de ropa; elegí algo sencillo: una playera negra, unos jeans grises y mis converse negros. Tomé mis llaves, mi celular y salí de casa a caminar.

Últimamente disfrutaba mucho más salir que estar todo el día encerrada, quizás algún día podría hacer algo productivo, sería divertido, caminé por un buen rato y pasé por la estación en donde varias semanas atrás había muerto ese chico.

Eran las 3:14 de la tarde cuando mi celular comenzó a sonar, algo muy raro ya que nadie me llamaba a excepción de mi madre, vi la pantalla y era un número desconocido así que decidí colgar, realmente no me importaba quien fuera. Volvió a sonar dos veces más, las mismas que no contesté, a la tercer llamada decidí contestar, ya me había hartado.

Después de escuchar a la persona que me había llamado inmediatamente colgué y corrí lo más rápido que pude hacia el hospital donde mi mamá trabajaba. Quedaba a 1 hora de donde estaba pero no me importó, en ese momento lo único que quería era llegar lo más rápido que pudiese; no traía dinero para tomar un taxi así que solo podía correr. Llegué y me dirigí rápido a la recepción con la primera enfermera que encontré, ella me vio y supo quien era, me dijo que era amiga de mi madre y que ella estaba en la sala de operación, me explicó que la habían atropellada a pocas calles de ahí, recibió un gran impacto y era probable que la operación tardara mucho ya que su estado era muy delicado.

Me fui a la sala de espera y me senté en las bancas con la cabeza agachada, mi mente estaba en blanco y no escuchaba nada más que un zumbido muy extraño, sentía que algo se resbalaba por mis mejillas, era cálido y abundante. Sí, estaba llorando.

Estuve mucho tiempo sentada ahí, solo veía como algunas enfermeras entraban o salían de la sala susurrando cosas que probablemente eran sobre la operación, algunas me veían con tristeza y otras me sonreían como si todo fuese a salir bien; no sé cuanto tiempo pasó, una enfermera que iba caminando por ahí me preguntó si necesitaba algo, yo simplemente negué con la cabeza.

Horas más tarde un doctor salió y me llamó para hablar de como salió todo; "la operación se complicó", no pude escuchar más, era como si de nuevo ese zumbido opacara todos los sonidos de mi alrededor, miré a lo lejos y vi como una enfermera abría un poco la puerta, de una abertura veía a mi madre postrada en una camilla con la cara extrañamente pálida.

A pesar de que no estaba escuchando el doctor no paraba de hablar y explicar todo lo que sucedió, yo seguía mirando a mi madre sintiendo como las pesadas lágrimas se resbalaban otra vez por mis mejillas.

Me estremeció el hecho de ver como una enfermera se acercaba a ella, tomaba el filo de la sábana alzándola un poco y cubría su rostro.

Esa fue la última vez que la vi.

La carta de suicidio de la chica de ojos color solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora