Eran exactamente las 10:30 cuando salí del hospital, ya no tenía ninguna sensación, era como si todo sentimiento se esfumara de mí. Sin darme cuenta me arrebataron a la persona que me daba la poca, casi nula felicidad que aún me quedaba, fue como una cubetada de agua fría, era como si la vida se empeñara en gritarme que yo no merecía ni un poco de alegría, que debía ser miserable y conformarme con perder a todos los que alguna vez me habían hecho sentirme una persona feliz, parecía que alguien quería castigarlos por tratar de apoyarme.
Caminé lentamente hasta llegar a lo que supuestamente debería llamar hogar, pero eso estaba lejos de ser uno, me tomó una hora y media llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta sin ninguna delicadeza, sabía que la casa estaría sola por uno o dos días más, aún si ella estuviera dentro o hubiera alguien más ya no me importaba el ruido que pudiese generar mi entrada en aquel lugar casi deshabitado. Cerré la puerta sin siquiera molestarte en mirar atrás y subí las escaleras hasta mi habitación, entré y me senté en la cama; mi mirada estaba puesta en algún lugar de la habitación, de nuevo ese zumbido regresaba a mis oídos y no lograba escuchar nada más; era como si todo desapareciera lentamente, solo sabía que ya no quería estar ahí, ya no quería estar aquí.
Me acosté y me cubrí completamente con las cobijas de mi alrededor; quería pensar en otra cosa, quería dormir para olvidar todo lo de hoy, intenté cerrar los ojos pero cada vez que lo hacía veía el cuerpo de mi madre tendido en la camilla con la piel pálida y los ojos cerrados, no podía soportarlo más. Me senté de golpe en la cama y cubrí mis ojos con mis manos intentando retener las lágrimas que amenazaban de nuevo con salir, quería pensar en que toda era una estúpida mentira, que esto solo era una pesadilla y que en cualquier momento despertaría gracias a la llamada de mi madre pero no era cierto, esto era real, no habría más llamadas, más mensajes, nada, nunca llegaría nada más, nunca vería la sonrisa que me daba cuando la veía ocasionalmente; tenía que aceptar que todo eso se había terminado y jamás volvería a ser igual.
No recuerdo cuando me quedé dormida, solo sé que esa noche lloré hasta que no pude más, grite hasta que mi voz se quebró y simplemente sentí como algo fue arrancado y mutilado de mi interior, ya no me importaba si el tiempo pasaba de manera rápida o lenta, lo único que quería era olvidar.
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La carta de suicidio de la chica de ojos color sol
RandomPorque no siempre todas las historias están llenas de felicidad y un futuro prometedor, porque a veces tienes que soportar la vida tal y como es.