¿Recuerdos?

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Se veía a una pequeña niña de seis años, saltaba por los largos pasillos de una gran oficina, recorría todos los caminos posibles que había en ese lugar hasta quedar frente a una gran puerta de madera. Se quedo mirándola por un rato como si detrás de ella estuviera lo mejor del mundo, pasó un rato hasta que con su pequeña mano golpeó ligeramente la fría superficie; tuvo que esperar un poco para que abrieran, una mujer salió, miro al frente pero no había nadie así que bajo suavemente su mirada encontrándose con los pequeños ojos de la niña la cual tenía una inocente sonrisa en su rostro, la mujer también sonrió y se agacho para poder tomar a la pequeña y cargarla en sus brazos. Ambas rieron y se adentraron en la oficina.

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Una niña de ocho años estaba acostada en el comedor con medio vaso con leche frente a ella, no pareciese que fuera a tomárselo porque estaba a punto de quedarse dormida, una señora se acercó y comprobando el estado de la pequeña la cargó y la llevó hasta su habitación, la acostó suavemente en su cama, la arropó bien y beso dulcemente su frente, ella salió de allí no sin antes escuchar un ligero "gracias".

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Una chica de trece años reía mientras a su lado estaba la misma señora de antes, solo que un poco mayor, ella estaba sonriendo, al parecer alguna de las dos menciono algo muy divertido. Ambas estaban felices, se podía apreciar eso a simple vista; iban en una pequeña camioneta de color gris, todo era felicidad hasta que se detuvieron frente a una gran casa con puertas blancas, la chica dejó de sonreír y volteo a ver a la persona que estaba a su lado con tristeza, ella sabía que era lo mejor para ambas pero aún así dolía dejar a la persona con la que vivió después de doce años, no dijo nada y se dedicó a bajar las maletas del auto. Cuando todo estaba listo ambas se abrazaron fuertemente queriendo transmitirse todo el cariño de madre e hija que sentían. Al final su madre la dejó ahí y se marchó.

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Desperté un poco agitada así que me senté en la cama para tratar de calmarme un poco, tomé mi celular y lo encendí para ver la hora "3:45 am" se veía en la pantalla, maldecí en mi mente y me volví a recostar, sonreí por un breve momento al recordar pequeños pedazos de mi infancia, había sido dolorosamente lindo, la mejor de las torturas son los recuerdos, o bueno eso dicen.

Iba a volver a dormir cuando recordé que aún traía la ropa de el día anterior así que tuve que levantarme de mala gana y cambiarme por lo que yo consideraba mi pijama, una vez lista me volví a acostar intentando volver a dormir pero al parecer era imposible, mis ganas de descansar se habían largado abandonandome a mi suerte, "genial" pensé, a esa hora no había nada que hacer así que me puse a admirar el techo como si fuera lo más impresionante que hubiese visto a esa hora, pero debo admitir era lo más interesante que había dentro de la habitación. No sé si pasaron unos cuantos segundos o varios minutos pero mi mente regresó a esos momentos que tuve con mi única familia, mi madre, cerré los ojos y me dediqué a recordar, me dediqué a perderme y morir lentamente.

La carta de suicidio de la chica de ojos color solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora