VI

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Una nota de Fiorella fuerza la mano de Clark.

Una nota de Fiorella fuerza la mano de Clark

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—Por favor...

Clark Kent se despertó con la súplica aún en los labios, temblando y sudando. Se deshizo de las sábanas para dejar que el aire fresco de la noche fluyera sobre él. Tres días desde el encuentro en La Atalaya y no había tenido ningún contacto con Batman. Tres días desde que Bruce había rechazado su última oferta totalmente pragmática de beber su sangre. Clark sintió que sus manos se cerraban en puños. ¿Por qué Bruce no entraba en razón? Si se debilitaba mucho más, su señora vampiro sería capaz de controlarlo. Sólo podría hacerse lo suficientemente fuerte para resistirse a ella bebiendo sangre. Clark probablemente podría sobrevivir de ser el alimento de un vampiro. Era la única solución razonable.

Clark cerró los ojos, tratando de no pensar en ello. No se detuvo en pensar en ser mordido porque lo asustara, se dijo a sí mismo. Y no había nada malo en estar asustado frente a la idea de ser mordido por un vampiro. No había nada de qué avergonzarse al admitir que tenía miedo. Así que no había nada de cobarde en el hecho de que había estado tratando de no pensar en cómo se sentiría ser mordido. Le dolería, Bruce se lo había dicho. No había necesidad de preguntarse cómo se sentiría exactamente cuando los labios de Bruce lo tocaran, fríos y seguros.

Recordó el momento en que había visto los colmillos de Bruce en la enfermería, curvados y fuertes, y sintió un cúmulo de emociones... Miedo, sobre todo miedo, por supuesto, se dijo, con el corazón desbocado. No había razón para obsesionarse con ese miedo, para preguntarse cómo se sentiría en el momento en que esos dientes atravesaran su carne, cuando sintiera que la vida empezaba a fluir fuera de él. No había razón para imaginar cómo podría sonar, cómo Bruce podría hacer un ruido codicioso de satisfacción cuando finalmente bebiera profundamente, abrazando a Clark, sosteniéndolo mientras las rodillas de Clark se debilitaban, mientras caía contra Bruce, incapaz de moverse. ¿Sentiría que la energía se le escapaba, la lenta lasitud llenando su cuerpo, dejándolo dolorido y...?

Clark se retorció sobre la cama. Lo estaba haciendo de nuevo. A pesar de todo lo que decía sobre el miedo —y tenía miedo, sí— no podía dejar de pensar en ello. No podía dejar de imaginarlo. Parece que no podía...

No podía dejar de desearlo.

Murmuró una maldición en voz baja que se acercaba a un gemido, pero la realización no desaparecería, no pasaría desapercibida. Era perverso y completamente demente, pero quería que Bruce bebiera su sangre.

Clark se sentó y se pasó las manos por el cabello, luego enterró su cara en ellas. La espinosa cruz colgaba suavemente de su cuello. ¿Era éste el poder cautivador del vampiro del que hablaba Bruce? No, lo había sentido cuando estaba cerca de Bruce, sintió que su voluntad era socavada y subvertida... Reprimió un escalofrío ante el recuerdo que no era del todo de miedo. Esto no era lo mismo. No del todo. Esto era algo... más. Más profundo.

DOS CUERPOS, UN ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora