Capítulo V

14 11 0
                                    

— ¿Qué has hecho en la capital?

— Nada en especial papá, solo trabajar.

— Me alegro y ¿Cuándo se conocieron?

— Hace diez meses, Liliana es maestra de jardín de niños, nos conocimos en la fiesta de un amigo.

— Tío ¿Volverás a vivir aquí?

— No, nosotros vamos a arrendar un departamento, cerca de la tienda.

— Pero tu cuarto aún está aquí y con tus cosas — dijo el padre.

— Si lo sé papá, pero queremos iniciar una vida nosotros dos.

— Entiendo.

— Y te visitaremos seguido.

Todos hablaban sobre cómo habían decidido irse a vivir a ese lugar, después de estar en la capital, también, hablaron de dónde trabajaría Lilian, cuándo se realizaría la mudanza y otros tantos temas.

Ian guardaba silencio, ante tan cálida plática, él solo podía observar de vez en cuando a su hermano, cómo se atrevía a volver, después de todo lo que había ocurrido, de todo el daño que había causado.

Mientras todos se reunían en la sala, Ian, se dirigió hasta el patio, encendió un cigarrillo y se sentó en el césped, aquello, era un mal hábito, que había adquirido después de su separación.

—¿Qué haces aquí? — preguntó Teo, tomando asiento a su lado.

— Descansando y fumando.

— ¿Fumando?

— Sí, algún problema.

— ¿Desde cuándo fumas?

— Desde mi divorcio, te acuerdas de eso.

— Si, pero no hablemos de eso.

— ¿A qué mierda se debe todo esto?,¿Porque regresaste?

Ambos comenzaron a bajar el tono de voz, para que nadie pudiera escucharlos en el interior de la casa.

— Cálmate, solo extrañe a la familia.

— ¿Y por eso volverás a la ciudad? Es increíble tu descaro.

— Solo quiero ver a mi familia, los extraño mucho.

— Yo no quiero verte, ¿Acaso olvidaste lo que ocurrió?

— No, no lo he olvidado, pero eso fue hace tanto tiempo.

— Por tu culpa mi matrimonio se fue a la mierda.

— Yo no fui el único, tú también tienes culpa, en todo esto.

— Tú y tus malditos juegos, me llevaste a ir contra mis propias convicciones.

— Yo no te orille y tampoco estaba jugando — hizo una breve pausa, secando una lágrima que intentó recorrer su mejilla— para mí todo fue real, lo más real que he vivido. Y lamento lo de tu matrimonio, pero tú también tienes culpas de lo ocurrido.

Los días se habían vuelto rutinarios, en la casa, cada viernes, Olivia se marchaba con sus abuelos maternos y en ocasiones su madre la acompañaba.

Teo había regresado a las andanzas, nuevamente, cada fin de semana salía de fiesta y volvía ebrio, pero ya no llamaba a su hermano para que esté fuera por él. Por otro lado Lucas, visitaba con más frecuencia a su hermana y a algunos primos, por lo que ante la ausencia de su nieta y la vida que llevaba el menor de sus hijos, cada fin de semana se me marchaba, para no ver la decadente situación de su hijo.

No te puedo desear.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora