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Aunque She Li era el motivo principal para establecerse en otro lugar, Mo no deseaba que su vida girara en torno al egoísmo y decisiones de otra persona. Por supuesto, su determinación no hizo que la iniciativa de irse y emprender rumbo a un lugar alejado de todo lo que conocía fuera más sencilla.

No tenía mucho dinero ni prospectos de como sobrellevar una vida digna. Sin mencionar que nunca había prestado especial atención sobre lo que deseaba hacer en el futuro, algo en lo que muchos chicos de su edad se proyectaban. Si estudiar o solo trabajar o intentar algo más. Estar vivo ya no parecía ser una respuesta suficiente.

Zheng Xi, siempre el amigo más sensato y calmado, fungió de un orientador excelente que, luego de un sinfín de encuentros que inicialmente no llevaron a nada, logró vislumbrar un camino para el pelirrojo. Prontamente, la incertidumbre de lo venidero se volvió más fácil de digerir y, con ello, Mo descubrió lo que quería para sí mismo y para su futuro.

Es así como el bachillerato quedó descartado y, en su lugar, una escuela técnica de cocina en la ciudad de Chengdú, ubicada al sudoeste del país, parece ser la mejor opción. Es lo único que puede pagar de todas formas, pero al menos es una carrera lo bastante decente que le proporcionará trabajos mejor remunerados en el futuro.

El hecho de que Mo disfrute de la cocina es algo que no se dice.

Con un plan viable entre manos, Mo finalmente se atrevió a hablar con su madre.

La beta se había mostrado preocupada e indecisa, mirando el vendaje en su cuello mientras objetaba que aún era demasiado joven. Una larga conversación se llevó a cabo en el pequeño comedor y, más temprano que tarde, la resignación se asentó en el suave corazón de su madre quien aceptó con tristeza que su pequeño cachorro estaba creciendo, reconociendo que parte del proceso era dejar que el omega descubriera su propio camino y propósito.

Con lágrimas en los ojos y un fuerte abrazo entre ambos, la Sra. Mo le deseó todo lo mejor que solo una madre puede desearle a un hijo.

"Mamá confía en ti"

...

Lejos de casa, el tiempo pasó a pasos agigantados y el cambio de estaciones apenas se vislumbró en sus recuerdos. Un año se convirtió en dos y, luego de mucho trabajo y estudio, finalmente estaba a casi un año de graduarse de la escuela técnica.

Adaptarse a su nueva vida fue inusualmente fácil.

Había conseguido un pequeño almacén cerca de la escuela. Lo suficientemente económico como para obviar la pésima iluminación y el hecho de que solo era un cuarto de escasos metros cuadrados con un pequeño baño y una regadera arrinconados en una esquina. Estaba muy por debajo de lo que se espera de una primera vivienda, pero Mo estaba conforme.

Que no le hayan solicitado identificación y el casero no haya mostrado ni un atisbo de interés en el vistoso collar que había comenzado a utilizar una vez llegado a la ciudad, fueron puntos que alentaron su decisión.

Por lo que valía, Mo no pensaba mirarle los dientes a un caballo regalado.

Con un nuevo comienzo a cuestas, un perfil bajo se volvió crucial para asegurar una vida tranquila, pero con un cabello rojizo y un collar poco usual, Mo no puedo evitar resaltar cómo un pulgar adolorido en un entorno de colores monótonos y cuellos libres. Su personalidad huraña y críptica, solo sirvió de incentivo para los rumores desagradables que surgieron los primeros meses. Muy pronto, las interrogantes sobre porqué llevaba un collar no tardaron en desarrollarse en locas historias de abuso o prostitución.

Un Día En El FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora