Capítulo 3-Dolor de cabeza

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Vale, sí, no lo pensé bien cuando dije que sí iría a ver esa maldita película. Soy una miedica.

Me acuerdo de cuando tenía doce años, el idiota y yo nos fuimos a un campamento de verano, y bueno una noche de esas, todos los niños que estábamos allí, decidimos hacer una hoguera y  contar historias de miedo, Jason, persona que le encanta las cosas de miedo, estaba súper feliz, pero yo... Bueno yo, yo estaba cagada, lo mejor fue cuando nos fuimos a dormir, el imbécil de Jason y sus colegas del campamento decidieron hacernos una broma.

Cuando se aseguraron de que estábamos profundamente dormidas, se pusieron una máscara muy fea y empezaron a aporrear la puerta, nosotras nos levantamos asustadas y ellos siguieron dando golpes, ninguna se atrevía a abrir la puerta, y como aún no les caía muy bien a las demás, decidí hacerme la valiente, en cuanto abrí la puerta, el cuerpo del imbécil, salto enfrente mío, llevaba puesta esa maldita máscara, el grito que pegue no fue pequeño. El caso es que desperté a los monitores, cuando la pandilla de Jason vio que se acercaban los monitores, salieron huyendo, y yo tonta y paralizada por el susto me quedé quieta, tiempo más tarde terminé llorando porque los monitores me castigaron por estar gritando a altas horas de la noche, pero lo peor fue cuando llamaron a mi madre, ahí si que hubo gritos, pero no fueron de miedo. Para no aburriros en resumen soy muy asustadiza y me da miedo todo.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos.

-¡Lis hermana querida de mi corazón, puedes abrir tú!- me grito Jason desde el cuarto de baño.

-¡¿Por qué tú no puedes?!-le conteste, estaba muy tranquila mirando un documental de osos perezosos, me recordaban algo a cierto idiota.

-¡Porque yo me estoy arreglando para las babys!

-¡¿Las babys?!

-¡Las chicas, las mujeres, las damas, las señoritas!...

-¡Vale, vale ha quedado claro!-decidí zanjar yo la conversación, porque quien estuviera afuera se iba a congelar.

Abrí la puerta y me encontré a Ethan que estaba a punto de llamar a la puerta.

-¿Las babys?- dijo Ethan con una sonrisa en la cara.

-Así que lo has escuchado, pues empezamos bien.- El se rió, tenía un risa bonita. Tenía el pelo algo desordenado como si no se hubiera preocupado en arreglarlo, llevaba una camiseta negra con una chupa del mismo color y unos pantalones vaqueros.

-Cuando termines de observar mi atuendo, me avisas-levante los ojos de golpe dando de lleno con los suyos, sentí como me ponía colorada.

-Pasa-dije abriendo la puerta del todo para dejarle espacio, el me dedico una sonrisa y entró, cerré la puerta abochornada.

-Estas muy guapa- me gire de golpe, Ethan me miraba con una sonrisa sincera. Me mire a mi misma, llevaba una falda negra y un jersey no era nada del otro mundo la verdad.

¡¡Al rarito de ojos verdes le gustas!!

Pero que dices.

¿Qué pasa?

Ha dicho que estoy guapa, no que le guste.

Cariño es un hombre, es una indirecta, o ¿es que no ves como te está mirando?

Todo era más bonito cuando no sabía de tu existencia.

Como te atreves.

-Gracias, ¿quieres algo de beber?-Él niega con la cabeza, y se me queda mirando.

Me mira.

Yo le miró.

Sigue mirándome.

Siento que esto ya lo he vivido.

Amor De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora