CAP 16 SORELLINA

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Nuuk, Groenlandia, base secreta de la KGB

-Joanne... Joi, despierta sorellina...

El susurro lloroso y temeroso de Sarah interrumpió el tenebroso silencio que se había formado dentro del dormitorio donde normalmente todas ellas pasaban la noche.

Si... El sitio había quedado a oscura después de que los hombres malos las trasladaran hasta ahí al terminar las pruebas a las que habían sido sometidas durante todo el día. La noche había caído y todas ellas habían estado llorando adoloridas las primeras horas antes de caer rendidas por el hambre y el gran agotamiento. Sin embargo, las voces que se alcanzaban a escuchar en el pasillo habían conseguido que Sarah despertara asustada.

-Nina, Beatrice y Rachel ya no están...

Sarah recordó y soltó bajito mientras un puchero cargado de angustia se formaba en su boquita, así que con la poca valentía que le quedaba en su cuerpecito, retorció su muñeca hasta que consiguió liberarse del cinturón que ataba su mano a la cama, tal y como lo había hecho la última vez. Estaba tan desnutrida y había perdido tanto peso que las ataduras ya le quedaba lo suficientemente holgadas como para zafarlas y para su fortuna nadie lo había notado aún.

-Sorellina...

Sarah susurró de nuevo mientras se sentaba en la orilla de su cama y miraba fijamente al bulto que le daba la espalda en la camita de junto. La noche se sentía aún más fría que en otras ocasiones.

-Duerme ya, Sarah...

Joanne le dijo en un tono desanimado y sin vida que preocupó a la pequeña pelirroja. Así que sin dudarlo bajo de la cama y se estremeció al sentir la heladez del piso bajo sus pies descalzos. Miró en dirección a la luz que se colaba bajo la enorme puerta de metal y sin más que pensar, cruzó rápidamente para montarse en la cama de Joanne y sumergirse con ella bajo su manta.

-No puedo dormir... Tengo miedo, sorellina...

Sarah le dijo en un hilo de voz que se quebró cuando notó los ojos hinchados y las mejillas empapadas en lágrimas de su hermanita. La rubia había estado llorando desde que habían salido de aquella horrible parte del sótano.

-Todas lo tenemos, Sarah... -Joanne le respondió y subió su mano libre para tomar la manito de su hermanita con la poca fuerza que tenía. Hace mucho que se había resignado a que jamás saldrían de ahí. Ella y las demás niñas morirían al ser sometidas a tantas torturas.

-¿Qué pasa, sorellina? ¿Té hicieron muchas cosas malas?

Sarah se acercó más a Joanne para recoger con sus deditos las lágrimas saladas que comenzaron a escapar de sus ojos una vez más. La pequeña rubia simplemente asintió con la cabeza. Sentía que Sarah era demasiado pequeña para escucharlo, pero debía asegurarse de que entendiera que habían personas malas allá afuera y que hasta a la persona más inocente podrían pasarle cosas horribles, tal y como a ellas dos y al resto de las niñas. Si ella moría, Sarah debía aprender a cuidarse a sí misma.

-¿Qué pasó ahí, Joi? En la última prueba...

Sarah preguntó bajito, todas las niñas habían sucumbido atemorizadas cuando comenzaron a separarlas, pero sólo las más grandes cruzaron la puerta de aquella última prueba.

-Ellos fueron malos, hermanita... Hicieron cosas muy feas y nos lastimaron... Ahí abajo, en nuestra parte privada... -Joanne sollozó en silencio y sorbió sus mocos para después recibir el abrazo cariñoso de la pequeña Sarah.

-¿Me harán lo mismo a mi? -Sarah preguntó cargada de miedo mientras sus ojos se aguaban.

-¡Jamás! Daría mi vida antes de permitir que te pongan un solo dedo encima, sorellina... -Joanne le aseguró, pero Sarah bufó muy indignada.

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