Una petición inesperada.

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Las campanas resonaron en lo alto de la iglesia, anunciando la nueva unión que se había concretado. La gente se levantó de las bancas con entusiasmo y aplaudió a la pareja que acababa de contraer nupcias. Era un momento único, sublime y fulgurante. Las emociones eran palpables, con los rostros alegres y las miradas de orgullo, incluyendo a Kisaki, quien daba por sentado el éxito de la boda. Aún no empezaba la fiesta, pero al menos ya había pasado la parte difícil: el sí. En su experiencia, no todos los casamientos tenían un final feliz.

Teniendo en cuenta que solo era el organizador de la fiesta, aprovechó que todos estaban gritando las felicitaciones para perderse entre los invitados y salir de la iglesia sin ser visto, pero como la suerte no estaba de su lado, con los últimos que se topó fueron los novios, quienes lo detuvieron para darle las gracias.

—¿En serio no quieres quedarte para las fotos? —preguntó la novia, ilusionada. Sus mejillas estaban rojas, era innegable que estaba rebosando de felicidad—. Nuestra boda es hermosa gracias a ti, lo mínimo que podemos hacer es llevarte con nosotros.

—Estoy muy halagado, pero esto es obra suya —dijo. No quería arruinar el momento o darles una negativa injustificada, pero no era un hombre que disfrutara de las celebraciones. No podía fingir un interés que no sentía—. Muchas gracias por la invitación. No puedo quedarme. Mi asistente estará con ustedes en caso de que haya un inconveniente y el fotógrafo debe estar esperando por las fotos, vayan con calma.

—Es una pena, pero lo aceptamos. Lo importante es tu comodidad —agregó el novio, rodeando del hombro a su esposa, como si se le fuera a perder a los minutos de estar casados—. De nuevo, muchas gracias por todo.

—No fue nada, felicidades.

Luego de ver a los novios volver con los invitados, Kisaki salió de la iglesia con dirección a las oficinas. Debía organizar unos documentos del siguiente trabajo. Era viernes y aunque podía tomarse el resto del día libre, no podía darse el lujo de descansar. Manejaba una prestigiosa agencia de organización de eventos llamada: T.K. Wedding Planner Agency. Su fuerte eran las bodas, simples u ostentosas; grandes o pequeñas, para Kisaki no había un reto imposible. Lo que más le gustaba de su trabajo eran las historias tras cada matrimonio. Había sucesos que podría narrar en un libro y serían exitosos. A pesar de amar las bodas, no era algo a lo que un omega como él pudiera acceder, en especial por su poca vida social y que no era el hombre más agraciado del mundo. Era incapaz de imaginarse acoplado o casado.

Mientras entraba al edificio e iba rumbo a la oficina, sin más ganas que la de adelantar trabajo, la secretaria lo detuvo para hablarle de un nuevo cliente que lo esperaba. Miró la hora y frunció el ceño, extrañado; no eran raros los clientes de último momento, pero por lo general llegaban más temprano. Sin darle más vueltas al asunto, se dirigió a la oficina. Trabajo era trabajo, y dinero era dinero.

No estaba acostumbrado a la presencia de alfas en su mismo espacio, por lo general la agencia estaba llena de omegas y betas, entonces era raro que un hombre fornido, alto y con feromonas tan dominantes, estuviera en la oficina. El hombre estaba de pie cerca del escritorio, como una estatua. Pero, como que lo sintió porque se giró y le dio el primer vistazo. Kisaki se sorprendió cuando el cliente no era nada más, ni nada menos que el magnate hotelero: Shiba Taiju.

Miles de cosas pasaron por su mente en esos momentos, sin embargo, lo más importante era: ¿ese alfa se iba a casar? Kisaki esbozó una sonrisa y se acercó al hombre y le saludó con una ligera venia.

—Bienvenido a T.K. Wedding Planner Agency.

El alfa le dio una mirada rápida y luego le devolvió una media sonrisa.

T.K. Wedding Planner AgencyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora