Comida.

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Aproximadamente dos semanas después del trato era cuando empezaba la verdadera organización, y por supuesto, la parte difícil de todo el asunto: las primeras reuniones con los novios. Kisaki no era ni positivo ni negativo en la vida, siempre se mantuvo en tonos neutros y pacíficos. Podía decirse que tenía la vida planeada, desde que se dio cuenta que quería ser planificador de bodas. Le gustaba el control y, por ende, odiaba a la gente impuntual. Valiosos segundos de su tiempo que se perdían por gente irresponsable.

Ni siquiera el café lo hacía sentir mejor.

—Mirar hacia la puerta con insistencia, no hará que los novios lleguen más rápido —dijo alguien frente a él.

Se giró hacia la voz, llevando su mirada asesina al alfa. No había podido deshacerse de Hanma, incluso cuando no lo necesitaba, él estaba allí. Era como una peste, una consciencia extra que no había pedido.

—Me fastidia la gente irresponsable.

—¿Quieres una dona? —Hanma ignoró lo que dijo Kisaki y le ofreció el bocadillo.

Tenía esa sonrisa burlona que tanto lo enervaba. Kisaki no estaba seguro del porqué se aguantaba a ese tonto alfa. No tenía nada que ver que fuera tan leal y tuviera disponibilidad. Simplemente no podía echarlo, le gustaba que fuera obstinado.

—No, gracias —dijo, dándole un sorbo a su bebida—. Te dije que nos veríamos hasta la próxima semana, ¿qué haces aquí?

—Me aburría en el apartamento —respondió Hanma y sonó tan casual, como siempre. El hombre se estiró en el asiento y masticó la dona que antes le ofreció.

Kisaki quería entenderlo, ¿no tenía otras preocupaciones?

—También es aburrido aquí, no le veo la gracia.

—No lo es. Contigo no es aburrido.

Kisaki frunció el ceño y apartó la taza de su boca cuando se quemó la lengua, tampoco estaba acostumbrado a que le dijeran ese tipo de cosas. Intentó hallar la mentira en las palabras de Hanma y no había nada con lo que pudiera replicar. La expresión del alfa era genuinamente sincera, lo suficiente para conseguir que él se sonrojara. Apartó la mirada, volviendo a la puerta, como si con ello pudiera librarse de la vergüenza.

Para su fortuna, uno de los novios apareció. Y no era como imaginaba.

—Lamento la tardanza —dijo Takemichi, haciendo más reverencias de las que pudo contar—, vine con Mikey, espero que no haya problemas. Yuzuha no pudo venir, está muy ocupada.

Kisaki iba a decirle que no se preocupara, pero el chico se le adelantó.

—Ya, Takemicchi, deja de disculparte.

—Fue tu culpa que llegáramos tarde —se quejó el alfa, y toda la atención se volcó en la pequeña discusión.

—Por supuesto que no, no fue mi culpa que mis zapatos desaparecieran de la entrada.

—¡Sí es tu culpa! Si fueras más organizado.

—No me regañes. —Mikey hizo unos pucheros que ablandaron a Takemichi.

Kisaki suspiró y levantó una mano para llamar la atención del par de peleadores.

—¿Ya terminaron?

Takemichi pareció entrar en razón y explotó en distintas tonalidades de rojo, seguido de una nueva tanda de disculpas. Cuando se calmó, Kisaki los hizo sentar. Hanma se quedó en su sitio y junto a él, Mikey, un omega. Kisaki ya lo conocía: Sano Manjiro, un corredor muy popular.

—Me hubieras avisado que vendrías con otro omega —empezó Kisaki. No estaba molesto por el extra, solo que no estaba seguro de que fuera bueno para la imagen de la pareja.

T.K. Wedding Planner AgencyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora