El organizador de bodas.

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Alrededor de la amplia sala de espera, a las afueras de la oficina de Shiba Taiju, se podía sentir la tensión en el ambiente. Kisaki no podía adivinar cuál de todas las personas allí reunidas, sentadas de forma ordenada,  estaba más incómoda. La balanza se inclinaba hacía Takemichi y Yuzuha, quienes se mantenían tan separados como pudieran y evitando la mirada del otro.

Por otro lado, Kisaki no podía dejar de moverse. Con la molesta sensación de estar en el lugar equivocado. Él ya había superado su enamoramiento por Takemichi, entonces, ¿por qué le era tan difícil mantener su imagen profesional?

Miró a Hanma en busca de ayuda, pero el alfa estaba en uno de los sillones, reclinado con tal tranquilidad que de seguro se quedó dormido. Genial.

—Entonces... ¿dos meses? —preguntó Kisaki, sonriendo con cordialidad. Sus manos en su regazo y la espalda tensa como una tira de yeso.

—¿Eh? —preguntó Takemichi, levantando la cabeza—, sobre eso, sí es un poco apresurado, ¿cierto? —continuó. Estaba muy nervioso.

Yuzuha seguía indiferente.

Mientras Kisaki sacaba de su maletín unos documentos, se preguntó si era normal ese comportamiento de una pareja que estaba por casarse, es decir, no todas las personas mostraban entusiasmo por la boda; sin embargo, la mayoría estaría curiosa. Entre Yuzuha y Takemichi no había nada. Suspiró, alistando las hojas de papel, sin querer pensar mucho en el comportamiento de sus clientes, no era su asunto. Al final de cuentas, ¿quién era él para juzgar?

—Taiju me comentó la forma en la que desean su boda, por tanto, me tomé la libertad de hacer un portafolio con opciones de color, arreglos; sugerencias de tiendas de vestuario, en la que hallarán todo lo que necesiten. —les extendió a ambos el portafolio que les había preparado. Se tomaba muy en serio su trabajo, además de que odiaba los cabos sueltos.

Takemichi fue el primero en estirarse por el documento. Yuzuha se inclinó hacia su prometido para mirar.

—Es todo muy bonito y se nota que eres todo un profesional, sin embargo, ¿puedes encargarte de esto tú? Mi hermano te está pagando por esta boda —dijo Yuzuha, luciendo muy aburrida mientras hablaba. No le importaba que Takemichi de repente se hubiera puesto rígido.

Kisaki se dio cuenta que aquella ceremonia estaba tomando el doble de dificultad; no solo el tiempo jugaba en contra, también la obtusa pareja. Se las arregló para hablar sin parecer amargado.

—En efecto, me están pagando por esto, pero no puedo adivinar sus gustos. Mi deber es asegurar que tengan la boda de sus sueños y no puedo hacerlo si no colaboran.

—No tengo tiempo para esto —Yuzuha se alejó de Takemichi y miró directamente a Kisaki con tanto desdén que, de alguna u otra forma, transmitía todo lo que sentía: fastidio e incomprensión—. Imagina que estás preparando la boda de tus sueños y hazlo como te plazca. —Se levantó y, antes de que alguien pudiera hacer un comentario con respecto a su actitud, se marchó, dejando un silencio incómodo, igual que la reunión en sí.

No había nada bueno que rescatar.

—Está un poco tensa por esto, dos meses es muy poco —intervino Takemichi en nombre de su prometida—. ¿Por cuál cosa deberíamos empezar? Yo colaboraré en todo lo que pueda.

Kisaki aclaró su garganta, siguiendo con la mirada a la futura novia, quien abandonaba el cuarto con demasiada hostilidad. Entonces su mirada regresó hasta Takemichi, casi juzgándolo por no haber hecho nada al respecto, aunque pensándolo bien, ¿qué hubiera hecho ese tonto alfa para calmar a su pareja? Takemichi siempre había sido muy amable. Como su trabajo requería mera cordialidad y no podía juzgar al novio, incluso si lo conociera, continuó con la atención al tema que los convocaba: el casamiento. Obviamente él puede ignorar lo ocurrido.

T.K. Wedding Planner AgencyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora