El gran día.

282 64 28
                                    

Los últimos detalles de la boda eran todo lo que no le gustaba de su trabajo: mucho caos e inseguridades por doquier. Kisaki confiaba enteramente en lo que hacía, sin embargo, la organización de la boda de Takemichi y Yuzuha fue demasiado apresurada, podría haber cabos sueltos por mucho que se hubiera esmerado, él esperaba que no. Soltó un suspiro y se preparó para hacer, el que sería, el chequeo definitivo.

Tomó su libreta y empezó a tachar lo que estaba en orden.

Las invitaciones entregadas a los novios, listo.

Elegir el lugar de la boda, listo.

Banquete, listo.

Vestidos, más que listos.

Fotografías, por supuesto, Hanma no lo decepcionaría, aunque no debería pensar en el tonto alfa.

Lo de los ensayos prenupciales y todo lo referente a las parejas, esperaba que estuviera listo. En ese punto su determinación tambaleaba, ya que eso estaba a cargo de la pareja, pero algo dentro de sí le decía que no podía confiar, tenía la sensación de que algo se le escapaba, le frustraba no saber lo que estaba mal. Chasqueó la lengua y estuvo tentado de ir en busca de los novios, sin embargo, sabía que ellos debían estar arreglándose para la boda.

Kisaki se tragó la inquietud y siguió adelante, dando órdenes al personal para que hicieran su trabajo correctamente. Nadie debería estar holgazaneando.

Como era una ceremonia tradicional, el salón no era del todo ostentoso, al contrario, quería darle el toque sutil y armonioso de ese tipo de bodas. En vez de sillas habría unos cojines para los invitados, incluyendo los novios. Habría flores rojas y blancas distribuidas de forma uniforme por los cimientos y unas largas tiras de seda en el techo, que le darían un ambiente más profundo para que todos se sintieran en otra época.

En lo personal, le estaba gustando como estaba quedando la decoración. El hotel de la familia de Taiju era realmente una cosa de la que hablar, estaba seguro de que haría que la boda de Takemichi y Yuzuha fuera reconocida y, por tanto, su reputación también, al menos eso sería una recompensa por su trabajo duro. Extendió la mano y regañó a unos empleados que estaban poniendo mal unas mesas, casi poniéndose rojo de la ira porque no hacían lo que pedía, pero alguien interrumpió su momento amargo, colocando algo al frente de su rostro.

—¿Café?

Kisaki se acomodó las gafas, incrédulo y tomó el vaso desechable, tibio y humeante, ¿en qué momento había llegado Hanma? El alfa era un problema últimamente. Tenía que admitir a regañadientes, que luego de lo que pasó en su celo, se sentía tonto y avergonzado en su presencia, ¿en qué estaba pensado cuando lo invitó a entrar al apartamento? No estaba en sus cabales, por supuesto, Hanma, sin embargo, no pareció afectado por ello, estaba ajeno a los sentimientos del omega y eso dolía, no sabía por qué, pero el rechazo era algo que no estaba llevando muy bien.

No podía mirar con buenos ojos al alfa, aun sabiendo que no tenía la culpa de lo que le estaba ocurriendo.

—No deberías gritar tanto —dijo Hanma de forma burlona.

—No es tu asunto —respondió, arisco.

Hanma se llevó su vaso de café a la boca y le sonrió.

—El estrés te dará úlceras gástricas.

—Ya estoy acostumbrado a la presión —murmuró Kisaki, moviéndose hacia cualquier otro lugar, el que fuera, con tal de alejarse de Hanma—. Voy a ver que las cosas en el jardín estén funcionando bien.

—Lo están, vengo de allá. —Hanma se anticipó, luciendo divertido con la cara de estreñimiento de su jefe.

Kisaki quería patearlo.

T.K. Wedding Planner AgencyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora