¿Trabajar... para ti?

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Había un pequeño traqueteo de fondo, no estaba seguro de dónde venía, pero estaba haciendo que su jaqueca empeorara. Chasqueó la lengua y flexionó las rodillas, tratando de hacerse más pequeño en el sofá, con el computador en su regazo. Tenía trabajo que hacer y concentrarse se le estaba complicando. El paisaje que fotografió de camino a Tokio era realmente hermoso, debía trabajar con la luz de fondo y sería perfecto. Cada que intentaba ponerse en marcha, de nuevo el ruido. Estaba por darse por vencido. Alcanzó la cajetilla de cigarrillos que estaba en la mesa baja y se estiró para sacar el encendedor; solo fumar lo relajaría lo suficiente.

En parte, su jaqueca era producto de quedarse despierto toda la noche, ¿haciendo qué? Ni lo recordaba. Debería organizarse mejor si quería terminar a tiempo y retomar su viaje, pero Hanma sabía que no sería lo suficientemente persistente. Mientras colocaba el cigarrillo entre sus labios, otro ruido volvió a taladrar sus oídos. Sus sienes palpitaban doloridas.

¿Quién carajo lo estaría llamando a esas horas? Ni siquiera daban las doce del medio día. Tuvo que enderezarse y colocar el computador en la mesa para responder y fumar al mismo tiempo.

—Hola —dijo de mala gana.

Hubo un silencio del otro lado y joder, cómo le hacían perder el tiempo. Estaba a punto de colgar cuando la persona finalmente habló.

—Hola, ¿Hanma Shuji?

—Él habla, ¿quién eres y qué quieres? —No tenía paciencia para lidiar con desconocidos. Los clientes normalmente lo contactaron en línea.

—Soy Tetta Kisaki, nos conocimos hace un mes, ¿me recuerdas?

Puso a trabajar a su dolorida cabeza y por más que trató, no hubo ningún signo de reconocimiento. Él veía a mucha gente por el trabajo y también cuando quería divertirse.

—No... ¿eres un omega? —preguntó, dubitativo. Si fue un encuentro casual, un omega tenía sentido entonces.

—¡Sí! Lo soy, nos conocimos esa noche, fuera de ese bar, yo...

Hanma lo interrumpió antes de que pudiera seguir.

—No me digas, ¿estás embarazado y crees qué es mío? Te advierto que no caigo en trampas.

—¿Qué? ¡No! Por dios, no. —El hombre del otro lado de la línea estaba realmente escandalizado—. No es de la manera que crees, es decir, yo estaba en ese bar y un tipo extraño se metió en una pelea y terminé pagando la fianza, ¿te suena eso?

Como esos rollos que solía revelar en la habitación oscura, las imágenes de lo que pasó esa noche, en ese bar al que solo entró porque estaba aburrido, cruzaron por su cabeza. Ni siquiera recordaba porque inició todo, solo recordada a un omega que lo sacó del apuro.

—Ya veo, ¿y qué quieres?

—Me diste tu tarjeta y me dijiste que cuando necesitara algo te llamara, ahora es el momento.

—Oh, ¿y necesitas dinero? —Hanma miró sus costados e hizo un conteo mental del presupuesto que tenía, y nada, además de un par de billetes en su mesa y las monedas escondidas por todo el apartamento, nada.

—¡No! Es más un favor personal. No necesito el dinero de un alfa ebrio.

—No estaba ebrio y no tendré sexo contigo. —Se había olvidado de encender el cigarrillo, por lo que lo dejó de lado y se tumbó en el sofá.

—Joder, déjame terminar. No quiero sexo tampoco.

El chico se oyó irritado, Hanma se hubiera reído de ello, sino esperara que lo mandaran a la mierda.

T.K. Wedding Planner AgencyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora