━━ ·˚★༘ CARAVANA * : 𓂃
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❛ y si el amor a primera
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀vista no existe, cómo
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀explicarían lo que les pasó
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀a ellos . . .
enzo fernández x fem!oc
modismos argentinos
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─ ★ CARAVANA
Sentí unos golpecitos en el vidrio y abrí los ojos. Desbloquee las puertas para que pudiese entrar al auto, cuando lo hizo le pasé las llaves.
— ¿Qué pasó linda, te sentis bien? — preguntó acariciando mi cara.
Asentí — No quería estar al sol.
No sabía cómo abordar el tema sin parecer obsesionada.
— ¿Vamos a tu casa o a la mía? — preguntó cuando arrancó el vehículo.
— Como quieras.
¿Iba a hacer como si nada? O pensará que no lo escuché.
En el camino me empezó a doler el estómago, podía ser por el hambre o por la situación.
— ¿En serio estás bien, Vicky?
— ¿Por qué no me dijiste que te vas hoy? — solté.
Me miró extrañado y le cayó la ficha.
— Me voy hasta el viernes no más.
Eso no era lo que le pregunté.
— Enzo, yo sé que no somos nada, pero no sé, ¿Pensabas desaparecerte así como así?
— No Vicky, si te iba a decir — respondió — Y no digas eso.
— ¿Decir qué? — cuestioné.
— ¿Para vos lo que tenemos no es nada? — cuestionó, y me miró sin sonreír cuando se frenó en un semáforo.
— No, o sea sí, pero...
— Yo me veo con vos en el futuro — me interrumpió, y volvió su vista al frente cuando dio el verde.
Algo en mi estómago se removió, no sabía que decir. O quizás no quería aceptarlo. Llegó la hora de aclarar este tema.
— Enzo, me encanta estar con vos pero literalmente vivís del otro lado del océano.
— Vení conmigo — respondió con rapidez.
Me quedé tiesa.
— No puedo depender de vos, mi trabajo está acá.
— Vicky, con lo linda que sos no va a ser difícil adaptarte allá.
Llegamos a su casa y se bajó del auto, yo lo seguí.
— Estas cosas no se hablan así, Enzo.
Entramos a la casa, y él se fue directo a la cocina.
— Victoria, no sé qué querés que te diga, esto es todo lo que te puedo ofrecer.
Estaba apoyado de espalda a la mesada, yo me puse en frente, es la primera vez que me dice Victoria.
— Enzo, todo esto pasó muy rápido — dije y comencé a acercarme – ¿Cómo sé yo que si me voy con vos esto va a funcionar?
— Porque te quiero Vicky — dijo con vergüenza, haciendo que sus palabras me caigan como agua helada — Te juro que no sé que me pasó, pero desde que te vi en la caravana no te pude sacar de mi cabeza.
Se me empezaron a llenar los ojos de lágrimas.
— Y no sé como asegurarte que lo nuestro vaya a funcionar, no tengo una bola de cristal — siguió hablando, ahora estábamos cerca y el acariciaba mi cara — Pero lo podemos intentar si querés.
No supe que responder, nunca fui buena con las palabras, menos si se trataban de cómo mis sentimientos, así que me limité a juntar nuestros labios.
— Yo también te quiero, Enzo — susurré para volver a cortar con el espacio.
Sonrió como un nene y me agarró de la cintura para pegarme a él, haciendo que yo pase mis manos por su cuello.
Pasaban los minutos y no nos separabamos, sentí como me agarró el culo para alzarme, lo que hizo con facilidad, yo envolví mis piernas en su cintura. Me apoyó en la mesada y se separó para comenzar a dejar besos húmedos en mi mandíbula y cuello.
Lo tironeé del pelo cuando me mordió el cuello y me miró con los ojos llenos de lujuria. Se deshizo de mi remera y yo de la suya e inmediatamente llevó su boca a uno de mis pezones, al otro lo estimulaba con la mano. No aguantaba más, lo necesitaba ya.
Acaricié su miembro duro por encima del pantalón y gimió, me volvía loca.
— Espera — dijo como pudo y se fue literalmente corriendo para volver en menos de un minuto con un forro en la mano — Ahora sí.
Me desabrochó el short y lo tiró en algún lugar de la cocina, después comenzó a masajear mi clítoris por encima de mi tanga.
Le clavé la uñas en la espalda cuando sin avisarme corrió la tela a un costado y metió sus dedos en mí.
— Sentí como estás — susurró pegado a mi oído.
No pude contestar, solo salían gemidos de mi boca.
Metía y sacaba sus dedos con lentitud, me estaba torturando.
— Dale, forro — dije como pude.
Soltó una risita y sacó bruscamente sus dedos de mi cavidad, lo que me hizo jadear.
Se bajó el pantalón junto con el bóxer y se puso el preservativo. Empezó a tantear terreno con la punta de su pija, pero sin tantas vueltas se introdujo en mí.
Al principio las embestidas eran lentas, pero con el paso del tiempo se tornaron bruscas y rápidas. Estaba clavada a su espalda y él se agarraba de la alacena con un brazo, con el otro sostenía en mi cadera.
Entraba y salía como quería, de vez en cuando callaba mis gritos con sus besos y viceversa. Después de unos minutos sentía el orgasmo creciendo en mi.
— Enzo... — es todo lo que pude decir.
Empezó a penetrarme con más fuerza, si es que eso era posible, y poco tiempo después, nos vinimos los dos.
★★★
este va como regalo de cumple de enzo (aunq me salió medio pelo) q lo disfruten hermanas