Douma estaba acostado en la cama matrimonial arropado con tres frasadas sintiendo su cuerpo temblar de frío cuando vió a su esposo entrar.
-¿Ya estás durmiendo?- Preguntó molesto el albino.
-No. Tengo frío.- Respondió cortante el peliplata.
El ojirrojo se acercó y tocó la frente de su marido. -Yo te siento caliente.-
-Entonces tengo fiebre.- El ojiarcoiris frunció el ceño y se puso de pie, pero en cuanto se levantó sintió un intenso mareo y cayó en brazos del peliblanco.
-Ya estás queriendo atención~ Te dije que te dejaras hacer~- Lo cargó como princesa y lo recostó en la cama boca abajo poniéndose encima suyo. -Un masaje te hará bien~- Destrozó la camiseta de Douma y comenzó a acariciar con fuerza su espalda.
-¡Ahh!¡Para!¡Duele!- Su esposo lo estaba acariciando, pero esas caricias solo le generaban dolor.
El timbre de la casa sonó y Muzan bufó molesto apoyando las manos a los costados de la cabeza del menor.