-A-Aléjate de mí.- Tartamudeó Douma aterrado retrocediendo en el colchón mientras su esposo avanzaba hacia el.
-Jamás lo haré, inútil. Tu me perteneces.- Se inclinó y estiró una mano para acariciar una de sus piernas.
-¡A-Aléjate de mí y deja ir a mis hijos o-o te mato!- Advirtió el ojiarcoiris agarrando un clavo oxidado que había en el suelo del ático junto al colchón.
-......- Tanto Muzan como Kagaya, que estaba en el marco de la puerta del ático, rieron a carcajadas al ver al peliplata.
-No seas tontito, hermoso. Un clavo no hará nada.- Sonrió Kagaya viendo con ternura al menor para luego acercarse al matrimonio. -Aunque cuando quieras yo te puedo clavar algo, pero no un clavo.- Coqueteó.
-Oye imbécil.- Muzan le quitó el clavo a Douma y se lo lanzó a Kagaya, quien lo esquivó fácilmente. -Te dije que vayas a encargarte de los niños.-
-Y yo te dije que no violo ni mato niños, solo adultos.- Aclaró sentándose junto a Douma. -Aunque no podría matar a tu esposa, es tan adorable.-
-Joder al final tengo que hacer todo yo.- Gruñó molesto Kibutsuji agarrando el arma de Kagaya para luego ponerse de pie.
-¡NO!¡NO LE HAGAS NADA A MIS HIJOS!- Gritó Douma desesperado.
-Retenlo, puedes violarlo de nuevo si quieres, pero que no se escape de nuevo.- Advirtió Kibutsuji saliendo del ático.