II

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Probablemente la persona que le hizo sentir tantas cosas después de mucho tiempo fue aquel chico alto, de pelo negro cuya mirada fruncida inspiraba miedo. Después se enteraría de que se llamaba Kageyama Tobio y que se le conocía como el king of de court.
Enterarse de su existencia fue lo que necesitaba para volver a sentir aquella motivación que lentamente estaba perdiendo. Ver a alguien de su edad grotescamente habilidoso con un claro interés por la disciplina y con estándares agresivamente altos, fue como una cachetada.

Claro, le parecía un ser detestable. Pero no podía evitar sentir admiración también. Y rabia con el destino; ser así de bueno a los 14 años implicaba que llevaba jugando muchísimo más tiempo que Hinata, no solo era una cuestión de talento. La vida era injusta. Aquel chico era todo lo que él no era.

Cuando se lo encontró en el gimnasio de Karasuno aquel primer día de preparatoria, se sintió abrumado. Una mezcla de rabia, sorpresa y entusiasmo lo poseyó. La rabia ganó al notar el rechazo que el más alto sentía por él. Y acrecentó aún más con los problemas que sus peleas generaron en el club de voleibol.

Aún así, que se le negara rematar hasta recibir decentemente, lo motivó. La existencia de Kageyama había despertado su espíritu competitivo que solo era alimentado cada vez que interactuaban. Y cuando comenzaron a conectar a través del voleibol, aquel rechazo cada vez fue menor y fue reemplazado por un sentido de competencia sana. Bueno, al menos para él era sana, sabia que para el resto de sus compañeros... no tanto.

Definitivamente con quien más tiempo pasaba era él, su obsesión por el voleibol era igual de intensa, por lo que estaban todo el tiempo posible en el gimnasio practicando y si este estaba cerrado, iban a un parque que quedaba en el punto medio de sus dos casas. En el segundo semestre incluso comenzaron a haber sleepovers en las que, obviamente, se dedicaban a jugar voleibol.

Su madre se encontraba feliz de que Hinata al fin hubiese encontrado a alguien con quien compartir aquella pasión y que encajara tan bien con la personalidad de su hijo. Que jugara con Natsu (por no poder negarse ante la insistencia de la niña) sumaba aún más puntos.

En algún punto incluso le preguntó a Hinata si le gustaba su amigo, a lo que él respondió rápidamente que no, que su relación no era de ese tipo. Su madre lo miró no tan convencida, pero le recordó que no había nada de malo si así fuese. Hinata lo sabía.

Un problema que se generaba con que pasaran tanto tiempo juntos era que, a veces habían descuidos por parte del pelirrojo que podían derivar en tener que dar explicaciones no muy convincentes con tal de no hablar del tema.

Usualmente no tenía problemas con cambiarse en la sala del club, debido a que era el primero en llegar. Cuando coincidía con Tobio simplemente se quitaba la polera dándole la espalda, con su pecho mirando a la esquina de la habitación. Como tenía pocos senos no se veían desde su posición. Siempre se cambiaba la camiseta con una rapidez increíble.

Cuando llegó a Karasuno decidió dejar el binder de lado, prenda que siempre le incomodó, y comenzó a usar transtape, una cinta que era parecida a las que utilizan los deportistas para evitar lesiones o mantenerlas al margen, pero esta era más gruesa. Se colocaba desde el inicio del seno hasta el final de este, en el costado de las costillas para aplanarlo. Funcionaba muy bien y era mucho más cómodo; no le generaba calor ni dolor de espalda.

Sin embargo, de vez en cuando utilizaba más de la cuenta y la cinta de color beige se asomaba cerca del omóplato. Un día su compañero lo notó.

"¿Qué es eso que tienes ahí?"

Hinata se sobresaltó al escuchar la pregunta, colocándose la camiseta blanca rápidamente, volteando para mirarlo, intentando esconder sus nervios.

"¿Te lesionaste, idiota?"

El mundo odia a Hinata ShouyouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora