Kageyama Tobio lo había besado. El mismo que se iba en sus pensamientos apenas sus compañeros de equipo comenzaban a hablar sobre las chicas que les atraían. Incluso a veces abandonaba la habitación.
Llegó un punto donde Tanaka le ofreció hablar de actores hombres o jugadores de otros equipos, asumiendo que su reticencia ante el tema tenía que ver con que sus gustos se inclinaban por el mismo género, a lo que el colocador frunció el ceño y dijo que no, que no tenía ganas de hablar de esas cosas. Casi como si nunca se hubiese cuestionado sus gustos. Probablemente nunca lo había hecho.
Lo besó el ser más asexuado que conocía. Fue un beso casto y corto, pero un beso al fin y al cabo. Y el maldito había tenido la suficiente desvergüenza como para admitir que no sabía por qué lo había hecho y que la verdad ni siquiera sabía si le gustaba o no.
Shouyou sabía que no estaba mintiendo. Que no estaba intentando enterrar aquella acción.
Aún así, una parte de él se preguntaba qué rayos había sido eso. Qué significaba.
¿No significaba nada? Probablemente. ¿Pero qué significaba para Hinata?
Estúpido Kageyama con sus estúpidos impulsos y una noción del pudor bastante retorcida. Por su culpa ahora tenía que volver a pensar en todas esas cosas relacionadas a lo sexoafectivo (término que encontró en una de sus tantas jornadas de maratonear videos de youtubers queer), aspecto que no entendía para nada.
¿Encontraba atractivo al pelinegro? Por supuesto. Entraba dentro de los canones de belleza y había algo encantador, al menos para él, en su constante mirada perdida y la marca de expresión que lentamente comenzaba a formarse debido a su constante ceño fruncido.
¿Eso implicaba que le gustaba? Tiempo atrás había llegado a la conclusión de que no. Era capaz de admirar la belleza de la gente simplemente (pese a que no era algo que hiciese tan seguido, después de todo, tenía una pelota de voleibol por cerebro y era probable que en parte se hubiese fijado en el físico del más alto por la cantidad de tiempo que pasaba con él).
El punto era que ahora se sentía confundido. No es como si el contacto le hubiese desagradado. Quizá incluso lo contrario. ¿Quería hacerlo de nuevo? Quizás. Por dios, incluso después de eso en vez de correr y entrar en pánico simplemente se apoyó en su hombro como si nada hubiese pasado. Nada malo, al menos.
Pero de nuevo; eso no implicaba nada, no significaba que le gustara necesariamente.
Argh
Bakayama. Shitty-yama. Idiotic-yama.
El balón de voleibol con el que estaba haciéndose pases de dedos a sí mismo mientras estaba acostado se cayó en su cara en un momento de descuido, aterrizando en la otra punta de la pieza.
Soltó un gruñido de exasperación y se recostó mirando hacia la pared.
...
Llegó a la hora de siempre a la escuela. Corrieron hacia el gimnasio, practicaron como era usual. Notó que Tsukishima andaba un poco distante, probablemente por las palabras que Tobio le había dedicado el día anterior. Ya era hora de que alguien le enseñara sobre límites.
Fueron a clases, se sentaron juntos en las materias que compartían, almorzaron con Yachi, entrenaron, fueron a dejar a la manager al paradero del bus y después el pelirrojo acercó a Kageyama a su casa.
Un día cualquiera, realmente.
Una parte de él creía que tenían que hablar sobre lo que había pasado. Pero Tobio no parecía complicado por el tema. Estaba tranquilo incluso. Hinata podría jurar que incluso su constante expresión que inspiraba terror estaba suavizada.