Y así fue como, aprovechando el receso de invierno y las ofertas navideñas, al siguiente día se encaminaron al centro comercial más cercano en búsqueda de la camiseta compresora más económica posible. Sin embargo, no tomaron en consideración un factor muy importante.
Quedaba un día era noche buena, por lo que el lugar estaba llenísimo.
Shouyou tenía la suerte de no ser alguien se desesperara por ese tipo de situaciones, pero recordó que no estaba solo cuando Kageyama estaba sentado en la sección de deportes de la segunda tienda a la que habían pasado, rascándose el antebrazo mientras miraba hacia el suelo.
El pelirrojo dejó colgada la camiseta que estaba mirando y se acerco al chico, tocando su hombro con suavidad después de que pasaran unos segundos sin que notara su presencia, haciendo que se sobresaltara ligeramente.
Sus ojos azules afligidos se encontraron con una mirada ámbar llena de cariño y preocupación.
"Voy a buscar por internet. No la necesito de inmediato. Vámonos de aquí".
Kageyama seguía un poco aturdido, por lo que el chico más bajo lo agarró de la muñeca y lo guió con suavidad afuera de la tienda, rápidamente sacándolo del centro comercial, sentándose junto a él en un banco después de haber hecho una pequeña parada en una máquina expendedora para comprarle su leche favorita.
"Perdón" murmuró al rato, después de haberse terminado su bebida, mirando hacia el piso.
"No tienes que pedir perdón por esas cosas" le respondió con suavidad, colocando su mano sobre la suya.
"Gracias".
Se quedaron en silencio un rato, lentamente entrelazando sus dedos. Shouyou se dedicó a mirar a las personas pasar.
"Cuando me aburro comienzo a mirar a la gente que camina por ahí e intento escuchar sus conversaciones. Me cuesta pensar que hay tanta gente en el mundo con vidas tan ajetreadas como las nuestras" le comentó en un intento de llenar el silencio para distraer a su amigo.
Novio. A su novio.
"Me pasa también. Mi propia vida me abruma lo suficiente" murmuró con una pequeña sonrisa. "De verdad. Perdón, Shouyou. Me habría gustado acompañarte para encontrar la camiseta que querías".
"Me voy a enojar si sigues disculpándote" lo regañó "te dije tiempo atrás que te cuidaría, ¿no? Por algo confiaste en mí y me lo contaste. Cada vez que te abrumes y esté haré lo posible para que estés cómodo. Como sé que tú quieres hacerlo por mí".
Se miraron un rato, sonriéndose mutuamente hasta que Hinata se levantó.
"Tengo que ir al baño, ¿me esperas aquí?"
"Claro".
A los pocos minutos el pelirrojo había vuelto con la mirada baja.
"¿Recuerdas que hace un rato hablé sobre la comodidad?"
"Quieres que te acompañe?" le preguntó, levantándose.
"Usualmente voy al baño de discapacitados pero estaba en mantención" murmuró con timidez.
El pelinegro enterlazó ligeramente sus dedos con los de él.
"Vamos".
...
Estaban de vuelta en la casa del más bajo, jugando en la consola de Tobio recostados en la alfombra de la habitación.
"¡Tobio-nii!" exclamó Natsu, entrando de golpe, haciendo que el susodicho se sobresaltara. La niña se abalanzó a sus brazos. "Feliz cumpleaños".