Capítulo 10

141 17 1
                                    

0 días antes, 0 dias después

Has dejado una gran marca en mí, pero no como la huella que ha sido puesta en la arena que pronto el mar borrará y robará, no, es como la cicatriz de que la bala fría dejó al atravesar y sacudir mi cuerpo, así;  me has marcado así...”

Sus ojos comenzaron a abrirse de manera lenta y comenzó a parpadear de la misma manera, acostumbrándose a la luz de la habitación en la que se encontraba, su pecho subía y bajaba de manera torpe y vagamente normal.

Sus pupilas se dilataron y sus ojos posaron en la máquina que al parecer aún lo tenían con vida.

La máquina que; lo hacía respirar...

Sus ojos cansados comenzaron a estudiar la habitación e hizo un fallido intento de levantarse, pero éste fue sosegado por el infernal dolor de su espalda, pecho y abdomen...

No podía hablar, ni siquiera sentía que estaba respirando bien, cuando su vista dejó de estar nublada observó con mayor detenimiento el objeto que portaba en su boca y lo conectaba al aparato.

Se sentía débil y cansado, sus ojos de repente comenzaron a pesar más y su boca hacía un vago intento por hablar.

Sus oídos captaron voces, y comenzó a luchar con el “sueño” que emanaba de su ser.

—Usted cree que pueda...

— No. No lo creo, porque Estoy seguro de eso...

—No... Pero usted puede hacer algo que..

—Lo lamento, hemos hecho de todo, y, nada daría resultado. Yo, lo siento mucho...

—Entonces, eso quiere decir que sólo uno...

Esa voz gruesa y tediosa fue la que reconoció al instante, pero algo tenía, estaba entrecortada y al parecer quería retener los sollozos que estaban a punto de salir.

—Si, solo uno podrá.

Esa otra voz fue la que intuyó que era del doctor...

«¿Sólo uno podrá qué?»

Dicha esa oración, se comenzaron a escuchar pasos que prontamente comenzaron a oírse menos, sea quien sea, se estaba alejando, y ni bien se habían disipado esos sonidos, un fuerte sollozo emanó del solitario pasillo del hospital, uno tan fuerte, que lo hizo sobresaltar, luego de ello, comenzaron a escucharse muchos más, incontrolables y ahogados...

Y de nuevo voces...

Pero pertenecientes a distintas personas...

—Dante, cálmate... ¿Si? Sé que es difícil, a todos nos... Nos...

Esa voz también la reconoció, era Azul... Pero de igual manera que la de Dante, comenzó a sonar apagada y entrecortada, hasta que un sollozo mató el intento de su habla.

Y luego comenzaron a escucharse más.

Sollozos...

Hipidos...

Y maldiciones...

Sus sentidos se encontraban despiertos, pero aún seguía sin poder emitir una mísera palabra.

Sus ojos fueron a posar al pomo de la puerta, que poco a poco fue girada, y abierta.

Dibujó una sonrisa al ver quienes eran los que comenzaron a entrar. A pesar de tener ese miserable objeto en su boca, su sonrisa podía distinguirse.

Pero su sangre heladó y su corazón paró por un instante al verlos a todos con los ojos rojos y un leve rubor en sus mejillas delatándolos a todos; delatándo que habían dejádo escapar lágrimas de sus enrojecidos ojos...

Sus manos comenzaron a temblar y comenzó a dejar de sentir sus piernas al visulizar a el menor de los chicos acercándosé a la camilla en la que ella reposaba con el seño levemente fruncido, la mandíbula tensa y sus ojos aguados

—____... Tenemos que hablar...

•••

Luego de susodichas palabras y una larga y dolorosa explicación, los ojos del castaño fueron a parar a los de la rizada, éste tenía la mirada fija y perdida en algúna parte del techo.

—¿____?

—Entonces solo uno...

Los ojos del castaño, junto con los de _____, Azul, Hannah y Cristopher se aguaron de nuevo, y en sus pechos, sentían cada vez más una punzada de dolor.

¿La vida tenía que ser tan injusta?

— Si...

— Seré... Seré yo.

Su voz apenas y era audible, más bien se oía como un susurro, su pecho dolía y ardía cuando emitía sílaba alguna, ni bien terminaba de decir alguna que otra palabra y tenía se suspirar, era un bucle que no podía evitar, palabra, suspiro, palabra, suspiro, palabra... Pero aún así intentó ignorarla para hacer algo último que su corazón anhelaba...

— ¿Qué?

— Dante, no puedo quedarme de brazos cruzados... Mi columna está hecha pedazos... Tengo un pulmón y seguramente y medio más colapsados y llenos de... De sangre... Y a eso... Sumándole el hecho de que... Mis... costillas... También están quebradas... acompañadas de una... Hemorragia interna...

— Pero...

— Y que ya hicieron todo por salvarme...

— _____, solo... Hay que encontrar una forma, yo, yo puedo donarte uno, y... Cristopher dijo que también....

— De qué serviría.... Si... Los llenaré... de de sangre... Otra... Otra vez...

— ____, tienes oportunidad...

—¿La... Tengo?

— Si pero... Sólo uno...

— Dante, no servirá de nada...
Yo... Ya... sé... Que haré... ¿Podrías hacerme un favor?

— Si, está bien, lo que sea ¿Dime cual?

— Traeme... Trame mi diario...

Amor ɑ mediɑs || Aidɑn GɑllɑgherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora