Capítulo 4

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—Te escucho. —le dijo con una sonrisa.

Minho trago saliva, realmente estaba dudando.

—Usted... es muy bonito.

El de cabello castaño se golpeo internamente, pero por alguna razón no le salían las palabras, sabía que solo alteraría a Felix.

—Bueno... gracias.

Las mejillas del príncipe estaban rosas, desde su última relación que nadie le decía algo lindo.

—No debería usar maquillaje, creo que opaca la belleza que esconde debajo de el. «¿Qué estas diciendo, Minho?» pensaba

—Si lo uso es por orden de mi padre, además a mi no me gusta mi cara, por eso la escondo con maquillaje, pero apreció tus cumplidos, me tengo que ir de lo contrario mi padre se pondrá como loco. —dijo para caminar rápidamente a la puerta.

—Alteza.

—¿Si?

—No es de mi incumbencia y espero no lo malinterprete, pero usted es lo suficientemente bello para opacar a cualquier mujer, además el maquillaje solo es una máscara, una muy pesada e incómoda, algún día me gustaría verlo sin ella, tal vez así pueda ver al verdadero príncipe. —le sonrió desde su cama. —Aunque se que no me decepcionara.

Felix sonrió.

—Yo también quiero que veas al verdadero Lee Felix, pero no es el momento. Hasta luego, Minho.

Justo cuando el príncipe salió, Minho se recostó pensando en todo lo que dijo, ¿De donde le habían salido esas palabras?

«Tal vez estar cerca de él me hace daño». pensó «Pero me temo que esta vez tendré que hacer algo por el, es muy malo lo que van a hacerle, incluso para mi»

 pensó «Pero me temo que esta vez tendré que hacer algo por el, es muy malo lo que van a hacerle, incluso para mi»

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La noche cayó y Minho estaba listo para irse.

Desde su balcón y asegurado de que la cuerda no se soltaría, comenzó a bajar lentamente y con cuidado hasta llegar al suelo.

Y de nuevo decidió salir por el bosque.

Ahora tenía dos opciones, iba por su objetivo o ayudaba en algo a Felix.

Suspiro derrotado sin saber que hacer.

«Lo echaré a la suerte.» pensó mientras sacaba una moneda. «Cara mató al conde que casi me mata, Sol ayudó a Felix con el duque».

Lanzó la moneda y cuando cayó en su mano se dirigió a la casa de su nuevo objetivo, el duque.

El balcón de la oficina del noble estaba cerrada, pero afortunadamente no con llave por lo que entró lo más silencioso posible y se escondió para esperarlo hasta que llegará el mejor momento.

Que fue rápidamente que entró a buscar unos libros justo delante de él joven asesino.

Sacó su daga y lentamente se acercó y la puso en su cuello.

El Chico Al Que El Diablo Alguna Vez AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora