FINAL

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“Fue el tiempo que pasaste
con tu rosa lo que la hizo tan
importante”

Antoine de Saint-Exupéry autor
de “El principito”

Todo ya estaba listo para la ejecución del anterior Rey para cuando Minho llegó y se sentó a ver el show.

Asintió con la cabeza para que el verdugo empezará y así fue, al hombre lo pusieron en una madera con el cuello descubierto, gritaba por piedad con lágrimas en los ojos, pero aún así Minho no se inmutó.

Ignorado solo cerro sus ojos y el verdugo alzo su hacha para llevarla hasta el cuello del hombre, su cabeza fue separada del resto de su cuerpo.

—Bien, es todo, vámonos. —ordenó el Rey y se levantó de su asiento.

Después de eso Felix y el atendieron asuntos del Reino que necesitaban atención y la única cosa de preocupar es que Minho no sabía mucho de manejar una nación.

Pero para eso el príncipe se la pasaba ayudándolo a tal punto que lo dejaba agotado.

Una de esas noches Minho lo encontró durmiendo sentado con su mejilla recargada en el escritorio.

—Felix, ¿Estas...? —No terminó de formular la pregunta por qué la respuesta estaba frente a sus ojos. —Lamento mucho hacer que te canses, no te preocupes aprenderé más rápido. —le dijo para luego besar la mejilla del chico con una sonrisa.

Lo que hizo fue llamar a un sirviente que lo llevará a sus aposentos para que durmiera bien y así fue, mientras Minho seguía trabajando.

Y su esfuerzo no fue en vano, después de unos meses obtuvo todos los conocimientos que debía tener, al mismo tiempo ayudó a la mejora del Reino que el padre de Felix descuidó, pero también debía prepararse para el parto de la princesa.

—Estamos a pocos días. —afirmó el Rey.

—Si, muy pronto todo esto acabará. —le dijo Christopher con su mano en el hombro de Minho y este asintió.

Los días siguieron pasando hasta que la noticia de que había nacido el nuevo integrante de la familia Lee se dio a conocer.

—Felicidades, hermana. —La abrazo el chico de cabello rubio con una sonrisa.

—Gracias, es un hermoso niño, estoy segura que se parecerá a ti cuando crezca.

—No digas eso...

—Tienes razón, será igual de hermoso e inteligente que su tío. —Lo halago a lo que el príncipe sonrió con sus mejillas que se habían vuelto de color rojo.

Y como si por arte de magia fuera, los años transcurrieron rápidamente, el pequeño príncipe cumplió sus diez años, los mismos que el Rey tenía como líder de la Nación.

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El Chico Al Que El Diablo Alguna Vez AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora