El príncipe se estremeció del susto y rápidamente soltó la mano de Minho.
Su padre entró a la habitación con una cara sería, Felix supuso que pensaba que estaba haciendo algo malo.
—Padre, ¿Qué hace aquí? —le preguntó con una sonrisa nerviosa.
—Buscandote, solo te dije que te disculparas y te fueras. —El rey miro al chico en la cama de reojo y tomó a su hijo para acercarlo a el y decirle algo al oído.
Cuando lo soltó, Felix salió de la habitación temblando levemente.
—Lamentamos lo que pasó en el bosque como le dijo mi hijo, espero no me tomé represalias por esto.
—No se preocupe, Majestad. Yo venía al pueblo a visitar a alguien, pero me temo que no podré por ahora, el doctor me dijo que tomará reposo una semana. —le explicaba con una sonrisa forzada.
—Ya veo, como muestra de gratitud se puede quedar esta semana de reposo aquí como mi invitado de honor, más tarde daré la orden de que le suban la comida.
—Se lo agradezco, Su Majestad.
Con eso dicho el rey salió de la habitación e inmediatamente todo rastro de una sonrisa en la cara de Minho, se borró.
«No tienes permitido acercarte, no quiero que vuelvas a enfermarte y te vuelvan a gustar los hombres, ahora pórtate como lo que eres y lárgate». recitó mientras se levantaba de la cama.
«Así que se porta así con él porque le gustan los hombres, pobre chico, yo en su lugar ya lo hubiera matado y tomado el trono a la fuerza, después de todo es derecho del príncipe». pensó inspeccionando toda la habitación, incluso saliendo al balcón que tenía para ver desde ahí la mansión del conde al que le había echado el ojo.
La razón de su búsqueda era que en la reciente guerra, fue parte del ejército y como estuvo a punto de sacrificar a todos los Caballeros, incluyéndolo, decidió devolver el favor.
—Salir y entrar desde aquí no va a ser un problema. —dijo mirando hacía bajo. —Necesitaré una cuerda. —Se tomó del mentón pensando en donde podría encontrar una y sonrió al tener su solución.
En la noche cuando Minho deducio ya todos deberían estar dormidos salió de su habitación hasta la cocina buscando una cuerda para cuando regresará.
—Bingo. —susurró para el con una sonrisa y rápidamente salió del Palacio por la parte que daba hacía el bosque.
Camino intentando no hacer ruido con sus pisadas, pero en cambio escucho ruidos que no salían de el.
Sus ojos rodaron buscando al dueño de esos ruidos, pero no encontró nada y siguió su camino.
Los ruidos parecían seguirlo e intentó adivinar de donde salían los ruidos por lo que se acercó hasta la pared que encerraba al Palacio y su pequeño bosque fue que pudo visualizar a alguien siguiéndolo, sin previó aviso regresó rápidamente y acorraló contra un árbol a esa persona.
Que para su sorpresa era el príncipe.
—A-alteza... —Sorprendido soltó al chico de cabellos rubios. —¿Qué hace siguiéndome? —le preguntó nervioso.
Felix comenzó a sollozar y con la cabeza gacha le enseño algunas de sus cosas.
—Yo... quería huir, pero como casi nunca salgo del Palacio te vi y te seguí, por favor llévame contigo. —le rogó ya llorando. —No quiero regresar ahí.
Minho se sentía nervioso, no sabía que hacer para calmar al chico frente a él por lo que inconscientemente lo abrazo.
—Calmese, Su Alteza, no sabe lo que dice, ¿Cree que de donde yo vengo es más seguro? No, es igual o peor que aquí, sin que lo sepas alguien te puede mandar a morir. —le explicaba aún con el príncipe en sus brazos.
—Y-yo solo... quiero poder amar sin necesidad de ocultarlo, se que soy lo peor de este mundo... pero quiero amar a un hombre no a una mujer, no me gustan y se que estoy enfermo por el hecho de que no me gusten, pero no puedo evitarlo.
Sus lágrimas seguían saliendo y Minho creía entender parte del problema.
—Amar no es un delito, ame a quien quiera, pero no me pida que lo lleve al matadero, no es un buen lugar para una bella flor como usted. —Pasó su mano por las mejillas de Felix, limpiando las lágrimas de este.
—Ojalá pudiera amar a quien quiera, pero no puedo, mi padre y mi madre no lo aceptarían, me matarían si lo supieran es por eso que quiero irme de aquí. —le explicó el príncipe a punto de volver a llorar.
—Le propongo algo, regresemos y todas las noches hasta mi recuperación lo llevaré al pueblo y si le gusta lo ayudaré a escapar, pero si no, se queda en la comodidad de su Palacio, no creo que sus padres lo maten por ser homosexual.
—¿No lo crees?
Minho se desconcertó, pensó que había ofendido al chico, pero en cambio este se estaba sacando la camisa, aunque para su sorpresa en la espalda del príncipe habían cicatrices.
—Son...
—Latigazos, por jugar con el maquillaje de mi madre, por actuar como «una niña». —lo interrumpió y rápidamente volvió a acomodar su ropa. —Eso solo fue por una sospecha, ahora imagina lo que pasaría si descubren la verdad.
—Vaya, pero aún así es peligrosa la hora.
—Entiéndeme, dentro o fuera voy a morir, no voy a asumir el puesto de Rey por qué no sabría que hacer con el.
Minho suspiro.
—Trabajaré para usted, seré su sombra y el que reciba el castigó, pero a cambio quiero la libertad de salir y entrar del Palacio a mi antojo sin que me cuestionen.
—Pero...
—También le enseñare su belleza y que su amor no es malo, son sólo creencias tontas de la gente como su padre y su madre.
El sol era la señal de que estaba amaneciendo y Felix sabía que ya no había opción, además debía regresar y no sabía el camino.
—Bien, aun así no creo tener algo de bueno. —Tomó su mano en forma de cerrar el trato.
—Se lo mostraré. — le dijo aún con la mano del príncipe con la suya. —Juro que así será, no importa lo que tenga que hacer para que lo vea.
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El Chico Al Que El Diablo Alguna Vez Amo
RomanceFelix siempre vivió con una familia de mente cerrada, siempre le decían que ser homosexual era lo peor y que no estaba bien ya que era el príncipe heredero, pero había un problema. Felix es homosexual y en consecuencia de las habladurías de su fami...