Catorce: "Secretos detrás de la Historia."

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Hubo un tiempo en que Theodore llamaba a Narcisa Malfoy simplemente "Narcisa", del mismo modo en que sólo un pariente muy cercano a ella haría. Conocía a la señora Malfoy de toda la vida y ella lo había protegido de su padre y del de Draco con la misma dedicación que su propia madre. Theodore la había querido y respetado y, a cambio, fue uno de los dos mejores protectores de Draco. 

Ni Draco, ni Theo ni Blaise compartían sangre y eran como agua y aceite incluso entre ellos, pero el lazo que los unía iba más allá del parentesco sanguíneo. Eran los hijos de una visión de generaciones y la esperanza de una clase decadente que perdió el poder a manos de un jefe despiadado. 

Hubo un tiempo en que Narcisa Malfoy hubiera sido la primera persona a que Theodore habría acudido en busca de ayuda: Confiaba en ella lo suficiente para poner la vida de su madre en sus manos y sabía que era lo suficientemente discreta para no contar incluso lo que notaba y él no advertía que le estaba diciendo, sin decirle.

Pero pasó lo de Arianrhod y pasó lo de su madre y Theodore no corrió a los brazos de la señora Malfoy. No porque hubiera dejado de confiar en ella o porque temiera que le negaría la ayuda: Más bien, el poder de la señora Malfoy ya no era el que solía tener.

La señora Malfoy fue en su día la más avispada y astuta de los Black, aunque fuera la que menos destellara: No tenía la presencia de Bellatrix ni la determinación de Andrómeda, pero sabía cómo posicionarse y jugar sus cartas. Era la más joven y a la que iban a amoldar de forma forzosa a un papel de esposa y madre. Ella no peleó contra su destino, empero, le tomó mucho más partido de lo que cualquiera podría imaginarse, y fue durante mucho tiempo una de las damas más representativas de su linaje, la que tomaba las decisiones aunque pareciera que siguiera las directrices de otros.

Sin embargo, la aristocracia mágica tenía mucho de patriarcal y arcaico, al menos en apariencia, así que aquella carta que jugó para ascender la arrastró en su caída: Cuando Lucius Malfoy perdió todo e ingresó a Azkaban por segunda vez, debido a indiscreciones de su parte que no pudo contener, Narcisa ya no pudo deshacer el impacto a su reputación ante la sociedad mágica.

En su caso, su imagen y su poder político iban de la mano. Sólo si era respetada y temida podía ser tomada en cuenta y sólo si creían que podía cambiar las cosas llegaba a lo necesario para cambiar los acontecimientos.

Nada de eso casaba con su matrimonio con Lucius Malfoy y menos con la posición de Draco ahora, quien conservaba parte de su fortuna y muchos de sus recursos, pero a quien le hacían falta muchos años para restituir su papel en la sociedad. Narcisa hizo todo para que la familia no diera con sus huesos en Azkaban, pero lo hizo a través de un milagro y ese milagro no la congraciaba con los que sabían más allá de su milagroso escape.

También, aunque jamás lo hubiera admitido en voz alta, Narcisa apenas se estaba recuperando de los estragos de la guerra. La estadía de Voldemort y sus secuaces en su Mansión había causado innumerables destrozos y pérdidas económicas, además de ser un terremoto para ella y todos sus seres queridos. Había demasiadas pérdidas humanas y los antiguos círculos que eran seguros antes de la aparición del Señor Tenebroso se habían desvanecido. Ella misma todavía no tenía un plan para si y justo cuando pensó que todo se estaba estabilizando, recibió la devastadora noticia de que Skadi y Arian estaban muertas.

Las personas que apenas la conocían jamás entenderían el profundo golpe que fue para aquella mujer la muerte de aquellas dos mujeres, tan distintas y sin embargo con tanto en común: Skadi Nott había sido la mejor amiga que Narcisa jamás tuvo, su pilar y su luz cuando no sabía cómo aguantar su posición en aquel juego tan sombrío... y la otra era una niña a sus ojos, sin embargo, una que le era tan querida como la hija que no pudo tener.

La Cachonda Leyenda de mis Juguetes Sexuales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora