cuatro

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No podía creer lo que estaba haciendo.

Estaba por llamar a Scaloni por mero aburrimiento. No podía dormir y sabía que él lo atendería aunque fueran las dos de la mañana. Pero aún así la sola idea lo ponía un poco nervioso.

No tenía nada que perder, así que lo hizo de todas formas. Tal vez podría conocerlo mejor y entablar una amistad.

Marcó los números que le había dado el otro día en su teléfono. Este sonó.

Bip, bip, bip.

Tenía cierto miedo que no le contestara y lo enviará al buzón. Pero antes de que pudiera pensar en lo estúpido de ese pensamiento, fue contestado.

¿Hola? ¿Quien llama? —Dijo la voz ligeramente ronca del otro lado de la línea. La forma en la que hablaba entró por su oreja como un rayo que recorrió todo su cuerpo.

—Hola Lio, soy Pablo, ¿te desperté? Disculpame. —Se disculpó rápidamente, el tono medianamente ronco con el que hablaba el otro le indicaba que aquella llamada lo había agarrado por sorpresa en su sueño.

No, no, tranquilo. Scaloni aclaró su garganta tras decir esto. —Te dije que siempre me podes llamar.

Aimar suspiro aliviado, no le gustaba molestar a los demás.

Solo tengo una duda, ¿por qué me llamaste? —Preguntó Lio, mientras se escuchaba como se movía de lo que podría ser su cama.

—No puedo dormir y no sabía que hacer. —Respondió, escuchando como aparecía ruido extra del otro lado de la línea, como si hubiera puesto música.

Espero que me llames en todas tus noches de insomnio. —Comentó coqueto, mientras tarareaba el ritmo de la canción de fondo. —¿Te gusta soda? —Cambió de tema rápido, esperando iniciar una conversación.

—Por supuesto. —Respondió Aimar, prestando más atención al tema de fondo para saber cuál era. —¿Es persiana americana? —

Que conocedor. —Scaloni seguía tarareando la canción. Tenía una linda voz.

—Me encanta esa canción. —Dijo, mientras se acomodaba en la silla donde estaba sentado. —¿Cual es tu canción favorita? —

Prófugos, fue la primera canción que toqué en mi guitarra.

—No pensé que tocaras, ¿te puedo escuchar? —Preguntó, genuinamente quería escucharlo.

Lo que sea por vos. —Respondió mientras se levantaba de su cama e iba hasta donde tenía su guitarra eléctrica colgada. La conectó donde debía y empezó.

Lo hacia bien, no se escuchaba desafinado y los tiempos estaban perfectos. Mientras, cantaba la letra. Al otro le gustaba, el como cantaba despacio, casi en susurro, con esa voz pesada que lo estremecia.

"Estar así despierto, es un delirio de condenados. "

Le gustaba esta canción, el ritmo lo atrapaba y lo hacía volver a cuando era más joven, escuchando estos temas con sus amigos usando los cd's que compraban. La letra, por otro lado, le parecía lo más romántico que le podías dedicar a alguien.

Sus pensamientos hacían parecer que la canción era más corta de lo que en realidad era y lo distraian de esta. Pero no de la voz de Lio, de la que estaba muy enfocado. Escuchaba como controlaba el ritmo de su respiración y los altos y bajos de la melodía.

Acercó más el teléfono a su piel, pero bajandolo unos centímetros hacia su cuello. Ahora sentía esa voz pesada ser absorbida por su cuerpo, viajando tan rápido como una enfermedad.

 dilf 𖦹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora