31: Despertar

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Coraline - Maneskin

Sere el fuego y el frio
Refugio en invierno
Seré lo que respiras
Voy a entender lo que hay dentro de ti
Y seré el agua para beber
El significado de bueno
Yo tambien sere soldado
O la luz de la tarde
Y a cambio no pido nada
Solo una sonrisa
Cada pequeña lágrima es un océano en mi cara
Y a cambio no pido nada
Sólo un poco de tiempo
Seré un estandarte, un escudo
O tu espada de plata

Mis ojos pesaban, la luz que se colaba por la ventana era molesta, mi cabeza daba vueltas, mientras que mi vista se acostumbraba lentamente a la luz mis recuerdos volvían a mi.

No quería mirar, tenía la vista fija en el techo, tenía miedo de lo que pudiera estar debajo, tense mi cuerpo, me rehusaba a moverlo y darme cuenta de que me faltan partes.

Mi ojos viajaban a los extremos, estaba en mi habitación, a juzgar por la intensidad del sol que lograba colarse debían ser las primeras horas del día, mi respiración se volvió pesada, junte coraje para observar la situación.

Para mí sorpresa mi cuerpo no dolía, me sentía agotada y muy cansada, pero no más que eso.

Con una enorme cantidad de valor levante mi brazo izquierdo y lo puse sobre mi rostro, no podía creer lo que veía, estaba ahí, mi mano completa, con todos sus dedos y uñas, solté una risa cansina, pareció más como si me costara respirar, ronca, pero presente.

Sentí que algo se movía en mis piernas, baje la vista, Damián está ahí, frotando sus ojos con un puño, mi corazón se detuvo por un momento, mis pulmones no permitían la entrada de aire, pero no me importo, tome al chico entre mis brazos y lo lleve a mi pecho.

El correspondió, su abrazo era fuerte y con confianza, no quería hacerme daño, pero el sentirlo sobre mi cuerpo me hizo sentir viva, la felicidad inundaba mi corazón.

Las lágrimas corrían sin cuidado de mis ojos, no me importo, guturales sollozos salían de lo profundo de mi garganta, quejidos y suspiros se hicieron presentes, Damián no dijo nada, oculto su rostro en el hueco de mi cuello.

Yo acariciaba su cabello, sentirlo entre mis dedos, besé su cabeza incontables veces, lo tomé entre mis manos, presionaba sus mejillas, estas estaban coloradas y sus ojos amenazaban con soltar un par de lágrimas, aún que se que no lo haría, el tiene un mejor autocontrol que yo.

Junte nuestras frentes, ahora mis pulmones podían respirar, el fresco aire de mi habitación con olor a lavanda, Damián fue el primero en hablar.

- Estoy bien- Se separó un poco de mi agarre, para poder verlo mejor, pero no lo dejo- Ves- Me mostró sus brazos, bajo el cuello de su camisa y me mostro la piel.

Forme una enorme sonrisa, mi ojos se cerraron y notables arrugas se formaron a cada lado de estos, mostré los dientes, pues mi sonrisa era tan grande que no pude evitarlo.

- Si, ya te vi- Mi voz salió tortuosamente de mi garganta, entrecortada, de mi voz ronca.

Este solto una risa igual que la mía, pero solo duró un par de segundos, Damián se apartó y se sentó en la orilla de la cama, me tomo de la mano y ayudo a secarme las lágrimas que ya dejaban de salir.

Alguien tocó la puerta y segundos después esta fue abierta, Bruce y Alfred entraron a la habitación, el primero llegó a grandes zancadas a mi lado y se sentó en la cilla que anteriormente utilizaba su hijo.

- ¿Como te sientes?, ¿Te duele algo?- Pregunto con desesperación, casi pánico.

Aclare mi garganta y respondi- Estoy bien, me siento bien- Con mi mano libre tome sus grandes, duras y callosas manos con la poca fuerza que tenía en ese momento, el solto un suspiro de alivio y llevo mi agarre a sus labios donde dejo un tierno beso.

Still With You ||  Dick Grayson ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora