Johnny Walker

50 10 2
                                    

8 de mayo- 10:00pm

Escucho el chillido de la puerta nuevamente, veo la luz de la lampara encenderse y mis ojos se entrecierran por el fastidio del resplandor. Rossemberg tiene un plato de comida en las manos y siento un delicioso aroma brotar desde allí. Desde el incidente de ayer solo me ha traído sopas y enlatados, pero lo que trae ahí es algo muy diferente; se acerca hacia mí con extrema confianza, como si estuviera convencido de que no tengo el valor para golpearlo; se agacha un poco, extiende sus manos con el plato dirigiéndolo hacia mí y puedo observar la figura perfectamente redonda de una hamburguesa extra-queso y extra-carne, cebolla grillé y tocino. El olor es majestuoso y puedo sentir el calor que emana, de pronto, veo el envoltorio donde empacaron la hamburguesa saliéndose de uno de sus bolsillos de su gaban y deduzco «Este infeliz también sabe dónde trabajo».

-Descuida, también traje para mí y no te preocupes por tus compañeros de trabajo, no les hice daño-.Extiendo mis manos de mala gana y recibo el plato. Mi estomago empieza a gruñir y mi boca empieza a acumular saliva sin parar; él me mira esperando a que empiece a comer e inevitablemente antes de que pudiera entrar en razón la hamburguesa ya estaba en mi boca y mis dientes masticaban con violencia.-Estaba jodidamente hambriento-.

Rossemberg se sienta a mi lado, saca de su bolsillo la hamburguesa y empieza a comer también. No pienso en nada más en ese momento, solo muerdo y mastico hasta que mi quijada empieza a crujir y siento como un leve dolor empieza a recorrer mi boca y mi barbilla.

-Despacio Chico

-Cállate

Termino de comer tan rápido que siento que me tragué la hamburguesa de un mordisco; Rossemberg sigue a mi lado comiendo tan tranquilamente que no puedo evitar pensar el porqué de alguna manera el desgraciado logra hacerme sentir seguro aun estando a su lado. De repente, con su mano mueve un poco el brazo derecho e introduce su mano en el otro bolsillo de su gaban sacando unas llaves de allí y luego me las pasa tirándolas al suelo apuntando hacia mi pie encadenado.

-Puedes irte chico. Eres libre.

Quedé atónito por un momento, el sudor empezó a brotar de mi frente y el pulso se me aceleró. Siento como la emoción empieza a tomar el control sobre mi sistema nervioso. Rossemberg sigue comiendo y mirando hacia el suelo como si estuviera resignado a dejarme ir bajo cualquier riesgo.

Sin pensarlo dos veces más tomo las llaves y busco la que corresponda al candado, lo abrí y salí corriendo, atravesando la puerta sin voltear hacia atrás. Me encuentro entonces con un pasillo oscuro, pero a lo lejos puedo divisar una débil luz que logra iluminar una escalera y me dirijo hacia allí, empiezo a subir y veo al final una puerta abierta que me lleva hasta un enorme garaje. «Sin duda alguna estaba en una bodega abandonada».

Hacia el lado derecho veo el carro rojo en el que Rossemberg me trajo, el piso está cubierto de tierra y arena; hay partes de carros, camiones y grúas antiguos esparcidos por todo el lugar cubiertos de polvo y humedad.

Cuando volteo hacia el lado izquierdo logro percibir una luz de una lampara que ilumina un cuarto que está más al fondo. La bodega esta oscura pero el techo deja que la luz de la luna se filtre por una variedad de grietas, algunas muy grandes y otras muy pequeñas, que logran iluminar casi todo el lugar con cautela. La salida no está divisible así que la única opción es que la salida esté es ese cuarto.

Al llegar allí observo la puerta de salida al fondo del cuarto justo en frente de mi pero inevitable y desgraciadamente también logro ver el resto de la habitación y la curiosidad empieza a dominarme al ver una pizarra con varias fotos de una chica, partes del cuerpo, una habitación ensangrentada, un cuchillo y todo lo que se supone que los policías guardan en los archivos de una investigación por un caso de homicidio. La pizarra cubre el fondo de la pared derecha mientras que una mesa con varias carpetas y papeles están justo al lado dejándose iluminar por una lampara de mesa.

Harland. En la mente de un asesinoOnde histórias criam vida. Descubra agora