Hipnosis

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10 De Mayo-11:10 am

Voy camino a tomar el autobús, tengo terapia con la Doctora Landong en veinte minutos y conociendo el intenso tráfico que se forma a estas horas en la ciudad no podré llegar a tiempo, aun así, sé que ella me recibirá, siempre lo hace.

Rossemberg y yo terminamos de beber la botella de vino que sacó del refrigerador, luego él se fue para atender unos asuntos pendientes según dijo. Es un hombre muy misterioso, sé que todavía hay mucho que no me ha dicho, pero creo que mi única opción por ahora es confiar en lo que dice. Es muy extraña la manera en la que logra convencerme de hacer todo, de confiar en él y de creer en su inocencia. No puedo describirme a mí mismo como sucede «soy un pésimo psicólogo», pero si tuviera que responderle a alguien por ello, creo que diría que es por una simple corazonada, una sensación que aparta a la gente de pensar en lo racional y nos obliga a ceder por impulsos estrictamente espontáneos del corazón.

Tomo el autobús, al subir acerco la tarjeta al lector y me dirijo a las sillas del medio, luego saco mi celular y mis audífonos para escuchar algo de música, reproduzco Animals de Maroon Five. No sé por qué, pero creo que al sentarme en otra parte que no sea en la mitad del autobús puedo percibir una perdida en el equilibrio del mundo que me rodea, como si sentarse adelante significara recibir una bala de primero o sentarse atrás significara recibir con más fuerza el impacto de un enorme camión; supongo que es ese tipo de cosas raras que le sucede a cada quien y no se lo hacen saber a nadie más por vergüenza o miedo a lo que puedan pensar al respecto. Sin embargo, la Dra. Landong lo sabe desde hace tiempo, se lo conté sin timidez y sin expectativa, ella me pide que sea muy abierto en cada sesión que tenemos y hace que le hable de cualquier tema sin sentir que va a burlarse de ello. Es un ángel y creo que todos sus pacientes fantasean con ella, menos yo, la respeto a un nivel muy profesional y es lo más cercano que tengo a una hermana, una muy mayor que me da concejos y me ayuda a superar mis complejos, mis traumas y mis miedos; ella lo sabe y le gusta vanagloriarse de ello a escondidas.

Han pasado quince años desde la muerte de mis padres y mi vida no ha hecho más que girar en círculos y rebotar en todo; doctores, terapias, miradas extrañas, rechazos, soledad y un sinfín de cosas más que volverían loco a cualquiera. Mi vida, mi crecimiento, mis emociones, mi adolescencia y mi salud mental han estado prendiendo de un hilo desde que tengo memoria. Lo único que tengo son mis libros, mis estudios, las hermanas del orfanato y a la hermosa Doctora Landong. Es muy sexy, sus ojos verdes seducen a cualquiera con cada mirada, su largo cabello negro y su cuerpo perfectamente moldeado es lo que hace que anhele tener mis terapias cada semana. Desde que la conocí hace cinco años siento que no quiero que se acabe la universidad, odio las vacaciones de verano donde no la puedo ver y odio cuando cancela las citas ocasionalmente.

10 De Mayo-11:35 am

-¡Voy tarde!- Grito para mí mismo mientras corro por los corredores de UC Berkeley. La oficina de la doctora queda al otro lado del campus y a esta hora es difícil circular debido a los cambios de clase.

-Va a matarme-.Pienso en voz alta al haber llegado finalmente y estar parado justo en la entrada. La puerta está cerrada e intento abrirla.

-¡Toca antes de entrar!-.Exige.

-Lo siento-Respondo apenado-Golpeo la puerta dos veces y puedo escuchar su aprobación desde adentro.

-Adelante.

-Lamento llegar tarde Doc, el tráfico estaba intenso.

-Siempre es el tráfico Axel, ¿Cuándo vas a inventar otra excusa? Al menos para variar un poco deberías decir que no quieres verme ¿no te parece? Me mira con picardía y extiende su mano señalando la silla-Toma asiento por favor.

Harland. En la mente de un asesinoOnde histórias criam vida. Descubra agora