Deus Ignosce Mihi

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8 de mayo-06:00 pm

-Sabes, esto sería mucho más sencillo si tan solo me escucharas un momento.

-¡Cállate! No voy a escuchar nada. Ya déjame ir maldición.

-¿Por qué? Aún no haces lo que te pido.

-¿Y qué sentido tiene? Vas a matarme después de todo.

-Ya te dije que no soy un asesino. Me inculparon, solo deseo que abras un poco tu mente y te lo probaré.

-Pues sí que te estas ganando mi confianza.-Replico con tono sarcástico.

-No te he hecho nada malo aún. ¿o sí?

-Me retienes en contra de mi voluntad ¿te parece poco?

-Eso es evidente, claro está. Pero no te he golpeado, ni drogado, ni torturado y hasta te he traído comida.

-¡Oh! Por supuesto debería darte el premio al mejor secuestrador.-Él se burla y luego voltea para irse, intenta cerrar la puerta y antes de lograrlo dice una última frase.

-Te veré mañana.

-¡No! ¡Espera!-Grito-Entonces entra de nuevo, me mira y su rostro refleja regodeo, como si ya supiera lo que iba a decirle, como si ya se hubiera dado cuenta de que me tiene donde quiere. Y tiene razón.

Después de haberme dicho su nombre en el parque ayer intenté pensar en encontrar una manera de llamar la atención, golpearlo y hacer que lo arrestaran, tal vez, era una buena opción. Sin embargo, al parecer el loco del Carl Rogers sabe muy bien lo que hace; una mente criminal sin precedentes, que lleva una semana escapando de la policía y hoy está acá como si nada, como si fuera un ciudadano común y corriente de Berkeley, paseando y yendo de un lugar a otro sin ser descubierto. Antes de yo pudiera reaccionar él se levantó de la silla, me miró fijamente y luego, en un movimiento rápido pero sigiloso, movió un poco su brazo derecho agarrando su gaban, mi mirada se desvió hacia su cadera y pude observarla... Una Glock G19 color negro mate «Lo sé porque tengo una igual en mi apartamento».

Después de mostrarme el arma lo siguiente que pasó fue que me llevó fuera del parque hacia un aparcamiento que estaba a unos cincuenta metros de allí, luego me dirigió hacia un auto color rojo, un Honda Civic, algo sucio pero su modelo no parece ser muy antiguo-al menos tiene buen gusto para robar autos-Pensé. Al entrar en el auto me puso un par de esposas en las manos y cubrió mi cabeza con una bolsa de tela negra.

¿Cómo dio conmigo? ¿Como obtuvo mi número? ¿Qué diablos quiere de mí? Son las preguntas que han estado deambulando por mi mente en las últimas veinticuatro horas. No he comido nada de lo que me ha traído por temor a que este envenenado y cada vez que viene me dice lo mismo, me pregunta lo mismo y yo no le digo nada, no abro la boca porque no quiero darle esa satisfacción. No obstante, no puedo evitar cuestionar su manera de actuar. Es verdad lo que dice, no me ha hecho daño físicamente, no me ha torturado ni drogado, ni siquiera me ha apuntado con el arma; todo lo que ha hecho es traerme a este lugar y no tengo idea de donde estamos, es un cuarto vacío y húmedo, tal vez de una vieja bodega abandonada, no hay ventanas y la luz del sol no entra por ninguna parte, como si fuera un lugar subterráneo. Cada vez que abre la puerta siento como rechina y el sonido hace que mis oídos duelan, enciende la luz y una vieja lampara pegada del techo ilumina el lugar de mala gana, aun así, al mirar detrás suyo cuando está entrando solo se ve más oscuridad. Tiene una cadena de un metro y medio aproximadamente atada a mi pie izquierdo de un lado y a una biga de madera del otro; no puedo escapar y en el suelo hay un viejo colchón con una sábana para que descanse allí.

-¿Y bien?-Pregunta-Llevas varios minutos sin pronunciar palabra alguna.

-Solo di lo que tengas que decir-Respondo-. Si de todas maneras vas a matarme supongo que al menos podré saber por qué.-Frunce el ceño, saca la pipa de su bolsillo y la enciende nuevamente tomándose su tiempo para todo lo que conlleva el proceso, luego de exhalar el humo dice-Muy bien, te lo diré.

Harland. En la mente de un asesinoOnde histórias criam vida. Descubra agora