VEINTIOCHO

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Ni-ki sujeto el cabello de la chica que tenía de rodillas frente a él, mientras se mordía el labio inferior con fuerza tratando de evitar soltar un gemido

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Ni-ki sujeto el cabello de la chica que tenía de rodillas frente a él, mientras se mordía el labio inferior con fuerza tratando de evitar soltar un gemido. Lo menos que necesitaba era que lo encontraran en el armario del conserje, con los pantalones abajo y con una linda chica dándole —definitivamente— el mejor oral de toda su corta vida.

—Maldita sea Rena... —murmuró cerrando los ojos, y echando la cabeza hacía atrás.

De pronto, aquel placentero momento se vio interrumpido cuando dejó de sentir la cálida lengua de aquella desconocida en su miembro. La rubia se limpió la boca con el dorso de su mano mientras lo miraba furiosa.

—¡¿Cómo me llamaste?! —preguntó, molesta.

Mierda.

—¿Aeri...

—¡Me llamo Eunji! —gritó indignada, mientras tomaba su mochila y salía de ahí hecha una furia. Ni-ki bufó con pesadez mientras terminaba de subir el cierre de su pantalón y de igual manera, salir de aquel pequeño lugar.

No iba a mentir qué extrañaba realmente demasiado a Rena. ¿Y cómo no hacerlo? Estaba enamorado de ella, era su primer amor, su primera novia... Su primera vez en muchas cosas. Pero también sabía perfectamente lo dañino y desgastante que era estar juntos. Sobre todo porque siempre fue él el problema. No era realmente su intención lastimarla... Simplemente, la ira lo cegaba y era ella quien pagaba los platos rotos.

Ni siquiera podía comprenderlo realmente, ó tal vez si lo hacía... Tal vez le gustaba dañarla, saber que ella haría todo para complacerlo y por más que le jodiera su existencia, no podían vivir el uno sin el otro.

Pero al parecer ya no era así, nunca había sido así... Porque ya habían pasado tres semanas y la única que realmente era feliz nuevamente era ella, no él. Y lo merecía, se merecía toda esa miseria en la que vivía. Siempre lo había merecido.

Pudo observar a la chica caminar por el pasillo principal al lado de Hyeri y ese chico, Jake. Una sonrisa pintaba sus labios y se veía tan radiante y hermosa... Como el primer día que la vio.

—Vas a volver —dijo a la nada, mientras que por una milésima de segundo, las miradas de ambos se cruzaron.

Por supuesto que iba a volver.

𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐎 | Nishimura Riki ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora