TREINTA Y SIETE

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Hyeri soltó un quejido al sentir como las sábanas dejaban de cubrir su rostro, dejando que el sol que se colaba entre las cortinas de su habitación golpearan su rostro

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Hyeri soltó un quejido al sentir como las sábanas dejaban de cubrir su rostro, dejando que el sol que se colaba entre las cortinas de su habitación golpearan su rostro.

—¿Qué demonios Rena...? ¡Es sábado! Y son las ocho de la mañana.

Pero extrañamente, su hermana no quitó la sonrisa de su rostro, provocando que la menor la mirara extrañada.

—Levántate, Hye... Iremos al lago.

¿Al lago? Hyeri estaba realmente confundida. No iban a ese lugar desde que tenían once y nueve años, mucho antes de que su madre las abandonara... ¿Por qué repentinamente quería ir?

Pero bueno, Hyeri no podía decirle que no... No cuando Rena se veía tan feliz y animada de lo que había estado hacía mucho tiempo. Mucho mucho tiempo. Ambas salieron de casa, tomando el auto de su padre y emprendiendo un camino de dos horas por una desolada y tranquila carretera. Reviviendo y recordando momentos que habían decidido olvidar desde hacía mucho tiempo.

Rena tomó la mano de Hyeri cuando ambas se sumergieron en el agua, casi tocando el fondo con sus pies... Simplemente flotando en el agua dejando que el sol golpeara sus cuerpos. Realmente deseaba que ese momento durara para siempre, ni siquiera podía recordar cuando había sido la última vez que ambas realmente habían tenido un momento juntas, como antes...

—Hyeri...

—¿Qué sucede? —preguntó la menor, poniendo toda su atención a su hermana.

—¿Extrañas a mamá?

—No lo sé... —se encogió de hombros, pensando un poco en su respuesta. No lo recordaba con exactitud, pero había dejado de pensar en ella hace mucho tiempo— Creo que simplemente me olvidé de su existencia.

—Pero, si tuvieras la oportunidad de verla de nuevo... ¿Qué harías?

—La abrazaría... Y le preguntaría por qué nos dejó. Y le diría... Tal vez le diría que la extraño, ó que al menos hubiera deseado que hubiera estado más presente en nuestra vida aunque se haya marchado.

Rena asintió, mientras acariciaba el cabello de la menor, para después depositar un beso en su frente.

—Me encargare de que algún día puedas decírselo.

𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐎 | Nishimura Riki ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora