Capítulo 7

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RETROSPECCION.

CAPITULO 7

SUEÑOS LUCIDOS

La vida da duros golpes y Eleonor había recibido uno muy fuerte a su corta edad, al sepelio solo asistieron sus amigos más cercanos, me partió el alma verla tan rota, tan vulnerable, tenía miedo de que no pudiera afrontar el duelo y tomara una decisión errónea, pero me equivoque. Después de dos semanas de luto, ella volvió al grupo teatral a representar a la primavera, siempre sorprendiéndome como solo ella podía hacerlo, todo parecía marchar bien hasta ese día, en que una carta me recordó quien yo y adonde pertenecía.

- Richard, han pasado más de dos meses desde que llegamos – Jeremy estaba preocupado – mi padre me ha pedido volver, de hecho, ya tengo el boleto de regreso – parecía lamentarse.

- Me alegro de no tener ese problema – Thomas parecía mofarse de Jeremy – quita esa cara de amargado Richard – mi amigo palmeo mi hombro.

- No pienso regresar – dije determinante y avente la carta sobre la mesa de centro, "¿Qué?", dijeron unisonó mis amigos.

- No puedes hacer eso – Jeremy me reprocho – mejor dicho, no pueden hacerme eso, Robert no volverá, Thomas no tiene intención de volver por el momento y ahora tú.

- ¿Qué es eso que te impide regresar? – Thomas no dudo en preguntar, yo solo negué con la cabeza - ¡es una mujer! – casi grito muy seguro, lo voltee a ver de golpe.

- Claro que no – trate de sonar convincente – solo que no siento la necesidad de regresar todavía – busque la peor de las excusas.

- ¡Si, es una mujer! – volvió a repetir mi amigo.

- Déjense de tonterías – fuimos interrumpidos por Robert – ninguno quiere regresar por que no quieren enfrentar a sus padres – afirmó, y en parte tenía razón, nadie quería estar frente a frente con Lord Harvey cuando se le dijera que su hijo Robert ahora era un actor en Broadway, de solo imaginar la escena me dieron escalofríos – mi padre ya sabe de mi decisión de no volver – nos confesó, todos pusimos cara de sorpresa, no sabíamos que ya se lo había notificado – le he enviado una carta hace unas semanas – la congoja se dibujó en el rostro de Robert, era muy obvia la respuesta que seguramente recibió – me advirtió que de no regresar, me desheredaría – añadió. Yo sabía que a mi amigo eso no le importaba, el no cambiaría de opinión, ojalá yo tuviera su valor, sus agallas para enfrentarme con mi padre – no pienso volver nunca – la pesadez se escuchó en sus palabras.

Después de lo que nos acababa de decir Robert, Thomas dejo de insistir en el tema de mi decisión de permanecer más tiempo en los Estados Unidos. Para este punto habíamos alquilado una lujosa casa en la quinta avenida, era domingo por la tarde y mi amigo Thomas había salido a dar un paseo con una chica que conoció en una de las reuniones a las que asistía, me gustaría poder dar esos paseos con Eleonor, pero últimamente se la vive en el teatro, entre ensayos y funciones, como hoy que me dijo que no podríamos vernos, además si solo éramos amigos ¿Cómo iba yo a quejarme de su trabajo?, en el fondo sabía bien que lo estaba haciendo para mitigar el dolor que tenía tras la pérdida de su abuela, me sentí miserable al pensar que siquiera mi compañía le servía de alivio. Me tumbe en la cama, decepcionado, "Te amo tanto", fue el primer pensamiento que se me vino en cuanto cerré los ojos y lo primero que apareció en la mente fue su divino rostro.

- Joven Grandchester – la voz de la empleada me llamo, pero la ignore – el joven Hathaway lo espera en la terraza – añadió.

- ¿Y ahora que quiere? – mascullé y di la vuelta sobre la cama para quedar de espaldas, no me sentía de humor para escuchar a nadie, volví a cerrar los ojos tratándome de olvidar por un momento de todo y de esta maldita obligación que cargaba sobre los hombros solo por ser un Grandchester.

¡DÓNDE LAS GAVIOTAS VUELAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora