Capítulo 9

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TRAVESIA.

Compensar la soledad con fiestas no era la mejor opción, pero si la más eficaz para que tiempo pasara rápido. Mientras esperaba el regreso de Eleonor me conformaba con los breves telegramas que me enviaba, tuve que guardarme las ganas de responderle ya que cuando mi mensaje llegara ella ya no estaría a donde fuese que se lo enviara, una vida errante, no, no quería eso para Eleonor y para mí, este tiempo me había puesto a hacer planes, en cuanto nuestra relación se fortaleciera y yo le dijera la verdad sobre quien era le pediría casarse conmigo y la llevaría a Londres para iniciar nuestra vida como marido y mujer, tenía grandes sueños para ambos.

- Richard, ¿en qué piensa? – una voz femenina me saco de mi ensoñación.

- Lo siento señorita Hubbell – me disculpe por mi distracción.

- Ya le he dicho que me llame Gabriella – la joven peli roja me recordó. Yo seguía tratándola de usted y así seguiría siendo ya que no deseaba que mal interpretara mis intenciones, guarde silencio por unos segundos.

- Señorita, le agradezco la confianza, pero es muy poco el tiempo el que tenemos de conocernos – me excuse tratando de no parecer irrespetuoso.

- ¡Entiendo! – la joven dama, se sonrojo y sonrió, no comprendo el motivo de su reacción solo espero que de una vez por todas capte el mensaje de que no me interesa. Ya solo faltaban dos semanas para el regreso de Eleonor y mi corazón no podía soportarlo más, sentía una necesidad imperiosa de verla y de escuchar de su viva voz que me amaba, mientras eso ocurría yo seguía asistiendo a reuniones y encontrarme con la señorita Hubbell en ellas se había vuelto muy frecuente – no puedo creer tanta coincidencia de encontrarnos – ella apretó mi brazo.

- Es cierto, mucha – fingí una sonrisa, tanta casualidad me parecía extraña.

- ¿Y tiene pensado regresar a Inglaterra, pronto? – sus palabras sonaban un tanto angustiadas.

- Probablemente – respondí a sabiendas de que eso era mera mentira ya que mi idea era quedarme por más tiempo, pero junto a Eleonor.

- Sabe, me apena mucho preguntar esto – la joven se ruborizo, me quede callado esperando su interrogante - ¿usted tiene algún compromiso en Inglaterra? – la voz le temblaba. Su pregunta me cayó como un balde de agua helada, estaba tan embelesado por mi relación con Eleonor que olvide por completo ese compromiso, de algún modo tendría que romperlo y debía de hacerlo con honor - ¿le ha sucedido algo? – la señorita Hubbell parecía preocupada al ver mi semblante.

- ¡No, estoy bien! – la mire.

- Pero no respondió mi pregunta – me miro ansiosa.

- No, no tengo ningún compromiso en Inglaterra – trate de sonar sincero, ya que era verdad el arreglo lo había hecho mi padre, y además yo ya tenía un compromiso aquí con una mujer Neoyorquina. La joven Hubbell sonrió de oreja a oreja, no le tome importancia, después de unos minutos fuimos interrumpidos por un hombre quien al parecer era un empresario, ese pidió hablar conmigo a solas, lo que resto de la velada me la pase entre charlas de caballeros, por momentos pude observar que la señorita Hubbell me miraba constantemente al grado de sentirme incómodo, esa noche Robert no pudo acompañarme así que tuve que inventar una excusa para retirarme antes de que la dama peli roja siguiera exigiendo mi compañía. "Dos semanas más", me repetía una y otra vez esas palabras para aguantar este ritmo de vida que había adquirido. Estaba agotado, pero sobre todo deseoso de estar con Eleonor, aun me costaba entender cómo todo se fue hilando hasta crear un lazo indestructible entre nosotros. Lo primero que hice al entrar a mi habitación fue mirar la cama, ansiaba llegar y encontrar un telegrama, solo que me llevé una gran decepción.

¡DÓNDE LAS GAVIOTAS VUELAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora