Capítulo 5

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DESPERTAR

No sé porque, pero me he vuelto un poco perverso con mis amigos, pero me daba mucha gracia las expresiones de Thomas, durante más de diez días había estado yendo al teatro para poder conocer en persona a la bella actriz que encarna a la primavera, solo que todos sus intentos han sido fallidos, verlo rabiar por ser rechazado me divierte, pero también me preocupa, siento que está comenzando a obsesionarse y eso ya no me causa gracia, solo espero que el capricho se le pase pronto. Mientras él hace berrinche, yo disfruto de la compañía de Eleonor, me he dado cuenta de que cada día me gusta más, no solo por su belleza física, a pesar de ser tan joven, es muy inteligente, culta y con una conversación interesante, lo admito, me tiene cautivado, no sé a qué grado, pero me he convertido en presa de sus encantos.

- ¡Maldición! – Thomas entró a la estancia de la habitación, de inmediato se dirigió a la mesa donde se encontraban las licoreras, tomo un vaso se sirvió un poco de whisky, lo bebió de golpe, no quise preguntarle el motivo de su mal humor, sabía perfectamente bien a que se debía – esa chica, te juro que en cuanto la tenga enfrente lo primero que haré es... apretó el vaso con su mano tan fuerte que pensé que lo rompería.

- Deberías de olvidarte de ella – trate de sonar indiferente, aunque en el fondo eso era lo que más deseaba.

- Primero se negó a verme – volvió a servirse otro trago – y ahora no se presenta a la función – se sentó y recargo la cabeza en el respaldo del sofá.

- ¡No se presentó! – me sorprendió el comentario de mi amigo, el me volteo a ver confuso, creo que fue muy obvia mi reacción – tal vez mañana, puedas verla – intenté sonar apático – o tal vez, deberías desistir – dije mientras seguía leyendo, esperaba que aceptara la segunda opción, así me haría las cosas más sencillas. Últimamente me desaparecía durante el día o en la noche.

- Quizás tengas razón – Thomas exhalo largo y tendido – no lo sé – dejo el vaso sobre la mesa de centro – pasa buena noche, amigo – me dio una palmada en el hombro y se retiró a su habitación.

- ¡Que descanses! – lo mire y le regale una media sonrisa. En cuanto me quede solo me dispuse a ir al hogar de Eleonor, esta mañana cuando la acompañe a hacer sus compras no me comento nada de que faltaría, me aseguro de que nadie me viera salir a esta hora, aborde una choche de caballos, de inmediato le indique mi destino, quería pensar que todo estaba bien, tal vez se le hizo tarde para llegar a la función, o se le atravesó alguna visita, o que se yo, busque miles de situaciones que pudieron pasar para que se ausentara. En cuanto llegue al edificio toque para que me abrieran, pero la puerta estaba entre abierta, así que entre y subí las escaleras, temeroso, cuando llegue a la azotea pude notar que todo estaba a oscuras, llegue hasta la puerta - ¡Buenas noches! – dije al tiempo que mi puño golpeaba la puerta, solo obtuve silencio como respuesta, volví a tocar, una y otra vez, hasta que la desesperación me venció, era obvio que no había nadie, tal vez tuvieron que salir de urgencia. Regresé al hotel, frustrado, con una sensación de vacío en el pecho, no pude pegar un ojo toda la noche, miles de pensamiento turbios me asechaban, ¿Qué tal que se fue con alguno de los tantos pretendientes que la buscan?, no, tenía poco de conocerla, pero estaba convencido de que ella no era así, lo primero que hice la mañana siguiente fue ir a buscarla, siquiera espere la hora del desayuno habitual con mis amigos, necesitaba saber dónde había estado, me lleve una tremenda decepción al ver que el lugar seguía igual que la noche anterior, con las ventanas cerradas, quise asomarme al interior pero las cortinas bloquearon mi visión, toque un par de veces, con la esperanza de que estuvieran dormidas, pero me volví al hotel con las manos vacías. Durante una semana regrese todos los días, mañana, tarde y noche, pero era como si la tierra se las hubiese tragado, nunca encontraba a nadie a quien preguntar, y la única persona que vi salir del edificio, me dijo que no lo molestara, tampoco podía preguntarle a Robert, no podía decirle nada de mi amistad con Eleonor, al menos no todavía, simplemente no sabía qué hacer y la desesperación me carcomía el alma. Thomas había desistido de su intento de tener un encuentro con la "diva" como él la llamaba debido a su rencor por el rechazo, así que esa noche me aventure ir al teatro, tal vez ahí encontrara algún indicio de su paradero, no preste atención alguna a la obra ya que mi objetivo no era distraerme o divertirme como los demás asistentes, solo en una parte del último acto centre mi atención en el escenario, tenía curiosidad de saber quién sustituía a Eleonor, sentí con mis ojos se abrieron como platos cuando en escena apareció ella, interpretando a la primavera con tal gracia y naturalidad, en ese instante desee salir corriendo para ir a su encuentro, necesitaba una explicación aunque sabía no tenía derecho a que me la diera, no era más un simple extraño que se apareció una noche del brazo de su abuela, pero... ¿Por qué me sobrepasaba este sentimiento de pertenencia?, tuve que esperar a que la función terminara y que la afluencia de gente disminuyera, me encontraba en el vestíbulo sentado en uno de esos grandes sillones rojos de terciopelo cuando a mis oídos llego un comentario de unas damas de sociedad.

¡DÓNDE LAS GAVIOTAS VUELAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora