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Los ojos de Stan se posaron lentamente en los tuyos mientras te parabas frente a su escritorio, sosteniendo una pila de papeleo que necesitaba filtrar. Dejó escapar un suspiro, extendiendo los brazos para que dejaras el papeleo.
"El señor Bromley necesita que todos estén archivados para el martes", dijiste en voz baja, mordiéndote el labio inferior, intimidado por su expresión facial de disgusto.
"Lo haré, gracias T/N", no levantó la vista hacia ti mientras le ofrecías una sonrisa cortés, antes de girar sobre tus talones y salir de su oficina.
"Cambiaré esto por usted, Sr. Bowes", te agachaste y ataste la bolsa en su bote de basura.
Stan exhaló un suspiro tembloroso, ajustando su corbata mientras se hundía más en su silla de oficina. Justo cuando te habías agachado, los tirantes de tus medias se curvaron con la parte posterior de tus muslos, alcanzándose para conectarse con el liguero de encaje firmemente enrollado alrededor de tu cintura.
La idea de ti sin tu falda lápiz, solo con esas malditas medias, envió a Stan a un estado de ensueño, su corazón latía fuertemente en sus oídos, mientras su rostro se calentaba.
"¿Está bien? ¿Señor Bowes?"
Stan salió de eso, aclarándose la garganta y sentándose alto en su silla. Él asintió brevemente, sin decir una palabra más cuando te volviste para salir de su oficina.
Stan gimió, bajando su mano para empalmarse a través de sus pantalones. ¿Por qué la menor insinuación de algo tuyo lo excitó tan fácilmente? Cada vez que echaba un vistazo a esos tirantes, su corazón palpitaba ferozmente y no podía apartar los ojos de ti.
Te diste cuenta, razón por la cual te esforzaste por comprar más pares de medias, cada vez más reveladoras. El Sr. Bowes era tan atractivo para ti, su aroma sensual y su aura dominante.
Al día siguiente en la oficina, usaste el vestido más corto, con tu único par de tacones louis vuitton que acentuaban tus pantorrillas en forma. Con cada paso que dabas, sentías que los ojos de los hombres en la oficina absorbían tu apariencia, arrastrándose torpemente a tu alrededor mientras te sentabas en tu propio escritorio.
Al mirar por encima del separador del escritorio, viste a Stan Bowes caminando hacia ti. Lucía excepcional en un traje, la chaqueta de su traje se ajustaba a sus anchos hombros como un guante, su corbata roja complementaba su tez. Dejas escapar un suspiro de nerviosismo, te levantas de tu silla y alisas tu vestido.
"Señorita T/N", Stan se dirigió a usted. No te habías dado cuenta de que tu vestido estaba recogido, revelando un nuevo par de tirantes de encaje.
"Señor Bowes, ¿Qué puedo hacer por usted?"
Stan te escaneó, sus ojos se posaron en el encaje de tu muslo.
"¿Señor Bowes?"
Te diste cuenta de que sus ojos estaban pegados a tus muslos y, bajando tu vestido rápidamente, observaste cómo sus ojos volvían a mirarte. Su rostro estaba sonrojado, y obviamente estabas nerviosa. No pudiste evitar notar el bulto que tenia en sus pantalones mientras te miraba.
