La tienda era mucho más grande de lo que Jean había pensado, y no era una tienda en el sentido literal del término, sino un armazón de madera cubierto de lona en el que él cabía de pie. Pero era muy pequeño para alguien que deseaba ardientemente a la mujer con la que iba a compartirlo.Mientras él se sentaba en el suelo para quitarse las botas, Maysa se lavo la cara en una palangana que estaba situada en una mesita en un rincón.
Se había quitado la blusa, debajo de la cual llevaba una camiseta ajustada y sin mangas. Mientras él la miraba, se quitó la goma que le sujetaba la trenza, se la deshizo y sacudió la cabeza. La melena le cayó por la espalda hasta llegarle a la cintura.
Él recordó sus cabellos cayendo encima de él y rozándole la piel desnuda. ¿Cuántas noches se había imaginado que le volvía a suceder? Innumerables.
Y cuando le hacía el amor a Darían, con frecuencia era en Maysa en quien pensaba y ella la que alimentaba sus fantasías, un vergonzoso secreto que se llevaría a la tumba.
Maysa se volvió y estiró los brazos por encima de la cabeza, la camiseta de le ajusto más al cuerpo y él observó que no llevaba sujetador.
—Gracias por todo lo que has hecho hoy. Y no te olvides de agradecerle a Orson que nos haya informado de que la madre y su hijo están bien —dijo ella mientras se cepillaba el pelo.
—Ha sido en parte gracias a ti.
—Me he limitado a hacer mi trabajo.
Él se quitó la camisa. En cuanto apagaran la luz se quitaría también los pantalones para estar cómodo. Si ella de ofendía, que se ofendiese. Al fin y al cabo, dormirían a un metro de distancia el uno del otro. Pero la distancia no evitaría que fantaseara.
Aunque no fuera sensato, seguía deseándola. Y lo seguiría haciendo cuando se separaran. Pero la forma en la que ella había reaccionado la noche anterior cuando la había acariciado indicaba que no lo deseaba, o no tanto.
Maysa se tumbó sobre las mantas y cruzó las piernas.
—¿Estás cansado?
Dormir era lo último en lo que pensaba teniendo a Maysa cerca.
—Aunque parezca mentira, no lo estoy.
—Yo tampoco, podemos hablar.
Él se puso de lado y dobló el brazo para apoyar la cabeza en la mano.
—¿De qué quieres hablar?
—De tu relación con Darían.
—Fue mi esposa poco tiempo, es todo lo que puedo decir.
—En realidad de eso quería hablar, ¿por qué esperaste tanto para casarte?
Por muchos motivos, pero decidió no decirle uno de ellos: que esperaba que Darían se cansará de esperar.
—Fui a la universidad, y cuando volví, tuve que ayudar a mi padre, ya que Libardo se había ido a Estados Unidos y no sabíamos cuándo regresaría. Ni siquiera si lo haría.
—Eso es una justificación para un hombre, pero no entiendo por qué Darían accedió a retrasar la boda.
Darían no lo había presionado para fijar una fecha y él la había fijado por que era lo que se esperaba que hiciera.
—Estuvo viajando y cuando su padre murió pasó mucho tiempo con su madre. No teníamos prisa.
—Es evidente. Tardaste quince años en anunciarlo oficialmente.
Quince años no habían sido bastante, en muchos sentidos.
—Entiendo que te sorprenda mi decisión, puesto que tú te casaste con Ralf inmediatamente después de haberse comprometido.
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Deseo. Un Amor Del Pasado.
RomanceUna vez, tuvo que anteponer el deber al amor. Años más tarde, el rey JeanCarlo León, ya viudo, busco consuelo en su antiguo amor, La doctora Maysa Barad, para escapar del dolor y la culpa. La apasionada entrega de Maysa le hizo darse cuenta de que e...