Capítulo 6

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Ten sólo esperó el tiempo suficiente a que Xiumin bajara al sótano antes de levantarse de la parrilla de rodillas. A pesar de que sólo había estado un par de horas, tan pronto como se movió, agudas ondas de dolor se dispararon por sus piernas. Bufó entre dientes mientras intentaba, sin éxito, frotar la herida a distancia.

—¿Qué estás haciendo? —exigió Henry cuando se puso de pie—. Si Edward te atrapa, vamos a estar en grandes problemas.

—Has oído la orden que le dio a Xiumin. Tengo que encontrar a Taeyong y advertirle. —Ten comenzó a moverse por la habitación, recogiendo diferentes armas.

Henry se acercó y dio un tirón en su brazo. —Si haces eso no podrás volver. Te das cuenta, ¿verdad?

Ten tomó una respiración profunda. Sí, ya se lo había figurado, más o menos, pero no le importaba. Durante esas tres horas que había estado arrodillado agonizando, se había dado cuenta de algo, Taeyong era más importante que tener un lugar para vivir.

—De todos modos, los dos sabemos que yo no habría durado mucho más tiempo aquí. —Se encogió de hombros—. Edward y yo nos hemos estado golpeándonos las cabezas demasiado a menudo últimamente. Era sólo cuestión de semanas antes de que se cansara de mí y me echara de una patada a la calle.

—¿Así que, vas a despegar y dejarnos atrás para buscar a una caliente pantera? —exigió airadamente Henry.

Sabes que no es así. —Ten cerró brevemente los ojos, incapaz de mirar el dolor en los de Henry—. Os quiero a Xiumin y a ti como a hermanos. Durante el tiempo que puedo recordar, hemos sido solo nosotros tres. No quiero perderos a ninguno de los dos.

—Entonces, ¿por qué haces esto?

—Porque... —Ten se apagó antes de tragar duro para armarse de valor y agregar—: Porque no quiero perderos a ninguno.

Henry puso una mano en su estómago. —Oh, Dios mío, realmente te has enamorado de ese tipo. ¿No?

—Sí —admitió Ten, impactándose a sí mismo probablemente tanto como a Henry.

Un pesado silencio se apoderó de ellos antes de que Henry finalmente asintiera. —Bien, pero no vas a ir solo. Yo también voy.

A pesar de que a Ten le complacía saber que no tendría que enfrentarse a esto solo, se sintió obligado a preguntar: —¿Estás seguro? El hecho de que esté renunciando a todo no significa que tú también tengas que hacerlo.

—Nunca he estado más seguro de nada —declaró Henry cuando reunió su mirada con la de Ten.

Tocado más allá de las palabras, Ten se limitó a asentir. Ambos reunieron en silencio algo de ropa extra y suministros antes de salir de la casa.

Lo habían organizado todo de camino a la sede de la coalición cuando el móvil de Taeyong empezó a sonar. Con el ceño fruncido, lo sacó y miró en la pantalla el identificador de llamadas.

Su corazón dio un salto al reconocer el número que pertenecía a Ten. Abriéndolo, arrastró las palabras. — ¿Comprobando otra vez mi grado de satisfacción?

—Mira, tenemos que poner este juego a un lado unos minutos —dijo Ten sonando tenso.

—Lo hicimos y yo terminé esposado. Los juegos de esclavitud no son exactamente los que me gusta jugar.

Minhyun, que estaba detrás del volante, dejó escapar una risa ahogada.

—Mira, estoy tratando de ser serio —replicó Ten.

Taeyong dejó escapar un gruñido de rabia. Después de la trampa que le había hecho, Ten debería ser el último en tener una actitud policíaca. —¿Por qué no llevas tu culo a la sede y lo podremos discutir ahí?

Serie de los CP 06 - Persecución ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora