Capítulo 10

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Taeyong nunca había visto a nadie más follable y adorable que Ten en ese momento. Su pelo rubio, tenía una cualidad casi caótica en contraste con la cabecera de la cama, su cara todavía tenía algunas rojeces debidas a su anterior encuentro y seguía trabando su labio inferior con los dientes cuando estaba nervioso. Aunque todas esas cosas se agregaban a su sex-appeal, sin embargo, Taeyong lo quería por mucho más.

Yunho levantó las manos con disgusto. —¡Maldita sea! Tú también, no, Taeyong. ¿No puedo confiar mis hermanos a ninguno de mis hombres?

—Lo siento, Yunho, pero si no se asustó cuando yo le lancé una granada a través de la ventana de su coche favorito, no creo que tu cólera lo consiga. —Ten se rió.

Jin se puso de pie y enganchó con su dedo pulgar la puerta abierta de la celda. —Hey, Yunho, ¿por qué no nos llevamos a Henry a la enfermería?

—Bien —se quejó Yunho—. Pero todavía espero que Ten se instale en nuestro apartamento. Tenemos su habitación preparada y es lo suficientemente grande para dos personas.

—Yah, no puedo esperar —murmuró Taeyong, a pesar de que por primera vez la idea de irse a vivir con la familia del jaguar no lo molestaba. No, si eso significaba que estaría con Ten.

A la salida, Jin hizo una inclinación muy sutil con la cabeza hacia las piernas cubiertas de Ten.

Taeyong hizo un pequeño gesto para mostrar que lo había entendido. Después de que recogieron a Henry y salieron, Ten arrugó la nariz. —¿Estás seguro sobre lo de mudarte a vivir con mi familia?

—Sí, después de todos los problemas que me has dado para capturarte, que me aspen si voy a dejarte ir ahora —declaró Taeyong. Si esto lo hacía un hijo de puta posesivo, que así fuera. Ten era suyo, y maldito fuera si hacia una pausa y no lo reclamaba.

—Oh, eso no es lo que quise decir —dijo Ten rápidamente—. También quiero estar contigo. Sólo quería hacerte saber que si te hace sentir mejor, podemos vivir solos.

Taeyong pensó esa opción por un segundo antes de sacudir la cabeza. —No, necesitas estar con tu familia para que puedas llegar a conocerlos. Puedo soportar la multitud si eso significa que estaremos juntos.

—¿Estás seguro?

—Creo que he estado seguro de eso, desde el incidente de la maldita granada. Aunque no me di cuenta hasta que casi te perdí para siempre cuando los Cuervos nos atacaron.

Ten le dio la más dulce de las sonrisas. — ¿Quieres saber un secreto? También lo he sabido desde entonces. ¿Por qué crees que la arrojé por la ventana de tu automóvil en lugar de directamente hacia ti?

—Así que si tú te preocupas por mí, supongo que también confías en mí —Taeyong presionó.

—Por supuesto que sí. ¿No te lo demostré cuando me escapé de mi casa y básicamente corrí hacia ti?

Taeyong deslizó lentamente la manta y respiró fuerte al ver la magnitud de las lesiones de Ten. ¿Cómo se las había arreglado para estar de pie, por no hablar de luchar como lo hizo? Había sido poco menos que un milagro.

—Entonces, ¿por qué no me dijiste esto?

—¿Por qué debería haberlo hecho? — Ten se encogió de hombros.

Taeyong casi gritó cuando se dio cuenta de lo graves que eran sus heridas. Eso le hizo preguntarse cuántas veces había sido herido el jaguar en el pasado sin que hubiera nadie para cuidar de él. —Porque eres mi compañero y mi trabajo consiste en cuidar de ti.

La mente de Taeyong se iluminó de nuevo con algunas de las cosas que habían encontrado en la casa de Edward. Las tablas del suelo que estaban destinadas, obviamente, a la tortura, el armario que estaba vacío salvo por un pequeño taburete y un bloqueo en el exterior. Taeyong entendió ahora por qué Ten había sentido casi pánico cuando lo había puesto dentro de la celda. —Quiero que cambies para que tus heridas se curen —ordenó Taeyong suavemente.

Serie de los CP 06 - Persecución ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora