Capítulo 8

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Finalmente vio al cambiaformas Águila dando vueltas fuera de la cafetería. Tan pronto como miró en su dirección, una gran sonrisa se propagó por el rostro de Kun. Luhan giró, feliz de ver a su amigo de nuevo después de tan larga ausencia.

Kun llevaba su cabello un poco diferente, el rubio oscuro ahora tenía ligeras mechas que parecían toques de luz. Lo tenía todo engominado, lo que hacía que pareciese un falso halcón. También tenía perforado el labio inferior. Eso lo hacía parecer más joven y travieso que nunca. Tenía un par de pantalones que estaban tan apretados, que Luhan se preocupó por el daño que podría producirle en las pelotas y también vestía una igualmente ajustada camiseta que se le subía para mostrar un toque de piel.

—¡Los extrañé chicos! —declaró Kun antes de correr en su dirección.

Se lanzó sobre Timoteo y envolvió sus brazos y piernas alrededor del Lobo. Timoteo se echó a reír mientras se apresuraba a agarrar a Kun antes de que se cayera. Algunos de los Felinos y los Halcones que pasaban se detuvieron a ver el espectáculo.

—Te echamos de menos, también —dijo Luhan.

Kun se desenredó de Timoteo y corrió a Luhan, sólo para detenerse a unos pocos metros. Retrocedió, arrugando la nariz hacia arriba. —Sin ánimo de ofender, Trev, pero hueles nauseabundo.

Luhan levantó un brazo y se olió. Todo lo que detectaba era la combinación de su aroma con el de Xiumin. —¿Cómo qué?

—No sé, pero está enloqueciendo a mi Águila llevándola al borde. —Kun se encogió de hombros.

—Es probable que sea Xiumin. Incluso un pájaro sabe qué ese tipo es peligroso —declaró Timoteo, por primera vez mostrando algo de su yo-soy-el-líder-de-esta-vieja-banda mandona actitud.

—Xiumin no es peligroso —defendió Luhan automáticamente.

—Pamplinas, me enteré de la forma en que cortó en rodajas a las Serpientes y dejó una de sus cabezas como trofeo a la vista de todos —respondió Timoteo.

—¿Jugó con las partes de su cuerpo? —preguntó

Kun, su cara pálida.

—Sólo la cabeza y me dijo que sólo fue para advertirle a los demás que se fueran. Así que si lo miras desde su punto de vista, le estaba dando al resto de las Serpientes la oportunidad de salir corriendo —señaló Luhan. ¿Por qué todos, incluso sus mejores amigos, insistían en ver sólo lo malo de Xiumin?

—¡Qué noble! —Dijo Timoteo arrastrando las palabras.

— Simplemente no lo conoces como yo. —Cuando los dos, Timoteo y Kun, levantaron una ceja mirándolo, Luhan gruñó con frustración—. Vosotros sois los últimos que pensé que lo juzgarían. Todos nosotros hemos hecho cosas en el pasado de las que no estamos orgullosos.

—Sí, pero ninguno de nosotros tiene un récord de asesinatos que avergonzarían a Dahmer, Gacy y Kemper —devolvió Timoteo.

—Xiumin no es un asesino en serie sin piedad. Es cariñoso y se preocupa por mí cuando estoy herido.

Kun y Timoteo, abrieron la boca por unos instantes antes de que Timoteo acusara: —Oh Dios, te has enamorado del monstruo.

La rabia se apoderó de Luhan por un momento, y lo golpeó, casi lo tira. Respiró hondo varias veces, cuando recordó todo lo que Timoteo había hecho por él. No sólo el Lobo le dio un hogar cuando había estado viviendo en las calles y bailando por unos pocos dólares, sino también le había dicho a Luhan quién era realmente. Antes de que se hubiera topado con Timoteo, Luhan nunca había oído hablar de los cambiaformas, y menos aún soñó que podría convertirse en un felino.

Serie de los CP 09 - El Toque de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora