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Ejercía fuerza en el agarre, rezando para que la femenina no lo soltará. Cuyo cachorro no se desprendía de ella. La figura imponente de la mayor convertía una suave caricia en un descuido. La vuelta a clases era algo inevitable para el pequeño. Suplicó, imploró, rogó, para que no lo dejara en el mismo instituto de años anteriores.

Su padre; aún sabiendo todo lo que sufría su descendiente, lo abandonó en ese campo lleno de bestias.

Ese sentimiento vacío arraigó al jóven a madurar más rápido. Aprendiendo valores que no correspondían para su edad.

Cuestionando a sus padres, exigiéndoles algo mejor. Estaba fuera de su entendimiento el porque le hacían eso. Ignorarlo y dejarlo a su suerte.

Era muy pequeño como para saber que sus padres no tendrían el dinero para llevarlo a otro lugar, sin embargo, era muy grande como para empezar a ser afectado por esa misma razón.

"Pórtate bien, Spreen".

Fue lo que escucho cuando la puerta de aquel coche se cerró, dejándolo varado en esa estación de autobuses.

Levanto la manito al aire viendo como el auto con el que su madre se iba a trabajar, se alejaba.

Sostuvo con fuerza ambas hombreras, bajando la cabeza al ver que su progenitora no le devolvió su despedida.

Con desgana desvío los ojos al otro lado de la calle y se sentó en la banca, incapaz de recuperar el aliento después de haber aguantado tan sofocante estrés.

De cerca se le podía ver la claridad de sus pupilas pasar a sus pestañas, siendo abruptamente raspadas con sus puños, frotando cada mísera que intentaba escabullirse de sus ojos.

No estaba listo para volver a su peor lugar, no quería verle la cara a ninguno de los niños que le hacían burla a su apariencia.

Era la viva imagen de su padre. Eso decían.

No le molestaba, lo que sí, eran las constantes burlas a sus orejas, ser un híbrido no era nada fácil y menos cuando vives en una ciudad donde el racismo crecía y recaía en lugares como lo es un centro público o lugares de aprendizaje.

Limpio su nariz mojada, evitando que siguiera chorreando al igual que sus empobrecidos ojos.

Un suave y delicado toquecito en su hombro izquierdo hizo que volteara, un niño de su edad estaba viendolo muy preocupado.

- ¿Estás bien?

- Hola Juan. - respondió en seco, ignorando su pregunta.

- Amigo, no te ves bien, ¿Otra vez te dijeron algo? - se subió a la banca, sentándose a su lado para acompañarlo en su espera.

- No... Yo no quiero estar acá. - fue sincero, no soportaría por mucho tiempo recibir más abucheos o golpes por parte de los grados superiores que se hacían llamar mejores.

Abrazo sus piernas y volteo su cabeza en dirección a su compañero de lentes.

- Yo tampoco, son muy bruscos a veces. - compartió el sentimiento.

Se quedó en silencio, no tenía intenciones de continuar con el tema, para él lo mejor era volver a hacer lo que hacía en su primer año, encerrarse en el baño el mayor tiempo posible o fingir estar enfermo para que lo recogieran.

Tenía varios problemas, por lo que tomaban en consideración su trato con los demás, siendo medianamente protegido por los adultos de esa institución. Esa era otra razón por la que los demás niños se molestaban. En sus cabecitas creían que él era un engreído que se sentía intocable y mejor que nadie, más, por ser uno de los mejores candidatos para ir a lugares internacionales como deportista.

🌈┊𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗳𝘂𝘀𝗶𝗼𝗻 - ̗̀𝘚𝘩𝘢𝘥𝘳𝘦𝘦𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora